En 1921, Epitácio Pessoa, entonces Presidente de Brasil, formuló un "mandato de blancura" en el que prohibió que los futbolistas mulatos representaran al Seleccionado Nacional en el Campeonato Sudamericano. Los resultados fueron tan malos que, al año siguiente, debió revocar la medida.
Arthur Friedenreich debutó en 1909. Fue un talentoso de época que reversionó el fútbol que se conocía hasta entonces. A diferencia de sus compatriotas, este precursor del Jogo Bonito ocultaba un secreto: era hijo de una mujer afrodescendiente y nieto de esclavos liberados.
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Aunque hoy suena absurdo, en ese momento el fútbol no era para todos. Por lo tanto, para poder entrar a la cancha, debía negar sus raíces. Antes de cada partido, se alisaba las motas y se maquillaba el rostro, los brazos y las piernas con polvo de arroz para "blanquearse". Sus compañeros de equipo sabían de su descendencia pero guardaron la información para evitar que la figura del equipo sea desplazada.
Ya para 1920 su historia se había filtrado. Por la decisión del Presidente no pudo vestir la camiseta de Brasil hasta 1922. Cuando los resultados no acompañaron y la disposición fue anulada, regresó al equipo titular para recomponer la imagen del Seleccionado y lo logró: ganó una Copa América.
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Desde entonces, Friedenreich es considerado un símbolo de la lucha afrodescendiente en el deporte por haber sido el primer futbolista mulato que llegó al profesionalismo brasilero. Ganó ocho títulos locales y tres con su Selección. Se retiró en 1935 en Flamengo.
Actualmente, la Selección de Brasil es la más ganadora. Conquistó la Copa del Mundo en cinco oportunidades (1958, 1962, 1970, 1994 y 2002) y participó en todas las ediciones.
