Las medialunas de Atalaya supieron convertirse en un tentempié obligatorio para todos aquellos argentinos que encaran el camino a la costa por la Ruta 2 cada verano.
La historia del parador y sus icónicas medialunas datan de más de 80 años atrás, logrando mantener su estatus al día de hoy a través de las generaciones y los cambios de raíz que pudo atravesar la sociedad argentina.
¿Cuándo se crearon las medialunas de Atalaya?
Las medialunas de Atalaya se crearon en el año 1942 en la ciudad de Chascomús, cuando se fundó el local que las albergaría por siempre: el Parador Atalaya.
Atalaya nace como una empresa familiar dedicada a la elaboración artesanal de productos, rasgo que se mantuvo a través del tiempo y que nunca dejó de ser el núcleo central de su identidad.
La fama del Parador Atalaya y sus medialunas tiene varias causas. Una es, ciertamente, la calidad de sus productos. Pero eso no debe opacar otro factor importante: el hecho de que, décadas atrás, viajar de Buenos Aires a Mar del Plata, por ejemplo, llevaba más de siete u ocho horas.
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Sumado a ello, los autos no contaban con los avances tecnológicos e ingenieros de hoy en día. Era frecuente que se rompieran, fueran a menor velocidad y no tuvieran el famoso aire acondicionado. Así, la parada en medio de la ruta resultaba mucho más necesaria que hoy en día, y ese primer bocado de medialuna representaba un momento de salvación especial.
El Parador Atalaya se convirtió así en cita obligada, lugar de descanso y punto de encuentro de múltiples generaciones argentinas. Gracias a su historia, su rol en los largos viajes de los argentinos y sus medialunas, logra mantener la mística en la actualidad.
¿Qué tienen de especial estas medialunas?
Las medialunas de Atalaya no solo son especiales por lo que representan —aquél gustito a mitad camino hacia la playa y unos cuantos días de relax—; también son especiales por su composición, sus ingredientes y la forma en que son preparadas.
Para los dueños de Parador Atalaya, el producto es lo más importante. Las medialunas de Atalaya, su ítem estrella, está hecha con ingredientes de primerísima selección. Usan harina, manteca y azúcar de marcas de renombre.
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Además, mantienen la receta de 100% manteca y el proceso de maduración original de García, que lleva un día y medio hasta que acaba fermentada.
El agua también juega un rol importante: las napas de agua se encuentra a pocos kilómetros de Villa del Sur y lejos de los centros urbanos, por lo que se encuentra especialmente cuidada.