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Día del Inmigrante Italiano: por qué se celebra cada 3 de junio en Argentina

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Cada 3 de junio, Argentina celebra el Día del Inmigrante Italiano, una fecha que reconoce la enorme contribución cultural, social y lingüística de quienes llegaron del país europeo. La ley que lo establece rinde homenaje a Manuel Belgrano, hijo de genoveses, y recuerda a los millones de italianos que formaron parte esencial de la historia argentina.
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El 3 de junio no es una fecha cualquiera en el calendario argentino. Desde 1995, es el día elegido para conmemorar el Día del Inmigrante Italiano, una efeméride que rinde homenaje a la enorme comunidad italiana que llegó al país entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y que marcó profundamente la cultura, la gastronomía, el idioma y la vida cotidiana en distintas regiones.

Esta celebración fue establecida por la Ley Nacional 24.561, promulgada en octubre de 1995. La fecha elegida no es azarosa: cada 3 de junio se recuerda el nacimiento de Manuel Belgrano, uno de los próceres más importantes de la historia argentina, quien era hijo de italianos provenientes de Génova.

La historia detrás del Día del Inmigrante Italiano

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Durante más de medio siglo, la Argentina fue uno de los destinos preferidos por los italianos que huían del hambre, la pobreza o la guerra en Europa. Según datos del Museo de la Inmigración, entre 1870 y 1960 llegaron al país más de 2 millones de personas provenientes de Italia, convirtiéndose en la colectividad extranjera más numerosa de la historia argentina.

Los italianos que se instalaron en el país no solo trajeron consigo su idioma, sus costumbres y su comida, sino que también fundaron sociedades de ayuda mutua, escuelas, bibliotecas y clubes. Su influencia se nota en barrios enteros como La Boca, en la Ciudad de Buenos Aires, y en ciudades como Rosario, Córdoba y Mar del Plata.

El lunfardo: una herencia lingüística de la inmigración italiana

Entre los muchos efectos culturales que son producto de la inmigración italiana, el lunfardo es uno de los más curiosos. Este lenguaje popular surgió a fines del siglo XIX en los barrios del Gran Buenos Aires, donde convivían inmigrantes de distintos orígenes.

Aunque comenzó como un código entre presos y sectores marginados, con el tiempo se extendió a la vida cotidiana, la música y, especialmente, al tango. Su nombre proviene del término “lombardo”, en referencia a los italianos del norte.

Gran parte del lunfardo tiene raíces italianas, especialmente de dialectos como el napolitano, el genovés o el siciliano. Muchas de esas palabras siguen vivas en el habla diaria de millones de argentinos, como:

  • Laburo: del italiano laboro, que significa “trabajo”.
  • Mina: del dialecto lombardo mina, usado para referirse a una mujer.
  • Fiaca: del italiano fiacca, que se traduce como debilidad o pereza.
  • Mufa: de muffa, que significa “moho”, pero en lunfardo se usa para hablar de mala suerte.
  • Mango: del italiano mango, usado en sentido figurado como sinónimo de dinero.
  • Fanfarrón: del italiano fanfarrone, que describe a alguien que presume o exagera.
  • Yeta: del dialecto napolitano iettatura, que alude al mal de ojo o la mala suerte.
  • Garufa: posiblemente del italiano garuffa, que se usaba para referirse a una fiesta o diversión desordenada.

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