Al caminar por la Plaza General San Martín del barrio porteño de Retiro, es posible encontrar una gran cantidad de obras de arte. Una de las que más resalta ante la mirada de los turistas es la que lleva el nombre de “La duda”.
Como se aprecia, esta escultura representa la figura de dos personas en plena lectura, que tienen dudas o permanecen en un estado pensativo, relacionado con lo que leen.
Y, aunque al momento de su inauguración, hace más de 119 años, se pensó que “La duda” podría despertar polémicas, nunca ocurrió una situación de estas características y es por eso que esta obra de arte aún se conserva en perfectas condiciones.
¿Cuál es la historia de “La duda” de la Ciudad de Buenos Aires?
En el marco de un proyecto que se basó en la compra de una serie de esculturas europeas, “La duda” cruzó el océano Atlántico durante los primeros años del siglo XX y así llegó a la Ciudad de Buenos Aires.
Acto seguido, las autoridades porteñas acordaron instalarla sobre la Plaza General San Martín, a pocos metros de la Avenida Santa Fe y a pasos de su intersección con la calle Maipú. Su inauguración tuvo lugar en 1905.
¿Quién diseñó esta obra de arte?
Si bien se conocen pocos detalles sobre la historia de la escultura “La duda”, está claro que su autor es el artista francés Louis Henri Cordier, que vivió entre los años 1853 y 1925.
Un segundo dato relevante sobre el autor, que en esta oportunidad eligió el mármol de Carrara, es que llevó el talento en la sangre, dado que su papá también fue un gran artista.
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Es decir, Louis Henri Cordier es hijo del francés Charles Henri Joseph Cordier, que vivió entre 1827 y 1905.
¿Por qué “La duda” de la Ciudad de Buenos Aires puede resultar polémica?
“La duda” es una escultura que retrata a dos personas que leen, en conjunto, la Biblia. Puntualmente, el libro se encuentra en manos de un joven, que comparte el momento con un anciano.
Por la postura que tienen ambas figuras, se planteó la posibilidad de que el anciano cuestione al joven por leer la Biblia. Y, de esta manera, al momento de inaugurar el monumento, se temió que se produjera una polémica entre los creyentes.
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Pero, para sorpresa de muchos, nadie se molestó por esta interpretación y “La duda” pasó el último siglo en el mismo lugar, sin despertar ningún inconveniente.