En uno de los extremos geográficos de Nueva Zelanda, existe una enorme línea costera de 88 kilómetros de longitud que, ante los ojos del mundo, recibe el nombre de Ninety Mile Beach.
La Playa de las noventa millas, como se llama en español, es un lugar donde reina la naturaleza. Abundan las dunas altas, hay lagos en las cercanías y sobra la arena.
Y, como se aprecia en las fotos de esta nota, la Ninety Mile Beach también funciona como una ruta tradicional, donde los vehículos pueden circular, siempre y cuando lo hagan de forma segura.
Ninety Mile Beach: ¿por qué se llama así?

Antes de continuar con la nota, es importante aclarar que el error, que seguro ya notaste, no es nuestro. ¿De qué hablamos? De lo siguiente: la playa se llama Ninety Mile Beach. Por lo tanto, es inmediato pensar que tiene 90 millas de longitud. Es decir, 145 kilómetros.
Ahora bien. ¿Por qué en el título de la nota se menciona que tiene 88 kilómetros (55 millas aproximadamente)? Porque esa es la longitud oficial y correcta. Solo que, cuando se le colocó el nombre, nadie lo sabía.
La historia cuenta lo siguiente: hace cientos de años, cuando los primeros misioneros cruzaban la playa de punta a punta, medían su kilometraje según la cantidad de tiempo que les demoraba atravesarla a caballo.
Ellos sabían que los animales podían recorrer 30 millas por día. Y, como el cruce demoraba tres días, podrían haber llegado a la conclusión de que Ninety Mile Beach tenía, efectivamente, 90 millas.
Pero, con el paso de los años y el incremento de la tecnología, se demostró que era mucho más pequeña de lo imaginado. Y, al mismo tiempo, se llegó a la conclusión de que los misioneros no tuvieron en cuenta que, sobre la arena, sus caballos avanzaban a menor velocidad. Entonces, en lugar de hacer 30 millas por día, es probable que la distancia real era de 18 millas.
¿Por qué es peligroso manejar por la Ninety Mile Beach?
Si bien Ninety Mile Beach está en una zona bastante remota de Nueva Zelanda, es común observar la presencia de turistas en el lugar, que llegan para disfrutar del mar y, al mismo tiempo, explorar lugares linderos como sus dunas de 150 metros de altura que, en ocasiones, tienen lagos internos.
Además, existen pequeñas urbanizaciones en los dos extremos de la playa. Por lo tanto, hay personas que residen en el lugar y necesitan viajar de una punta a la otra para cumplir con sus labores cotidianos.
Y, si bien existe un camino de asfalto que “imita” el trazado de la playa (se llama Carretera Estatal N.º 1), en ocasiones queda interrumpido por grandes inundaciones o se ve afectada por el tráfico.
Es por eso que, con el correr de los años, las autoridades de Nueva Zelanda aceptaron la idea de convertir a la playa en una alternativa del camino asfaltado, donde los conductores pueden circular, siempre y cuando cumplan las reglas establecidas.
De todas formas, es necesario aclarar que no siempre es una buena idea. Como ocurre en muchos otros lugares del mundo, el mar de Tasmania, en esta zona de Nueva Zelanda, presenta claras diferencias entre la marea alta y la baja.
Es por eso que el peligro de manejar sobre la Ninety Mile Beach no solo recae en la posibilidad de sufrir un desperfecto mecánico y quedar varado, sino también en quedar atrapado por el agua ante un cambio de marea y no poder salir del lugar.
¿Los turistas pueden conducir sobre esta zona de la costa de Nueva Zelanda?

Si bien los peligros son claros, muchos turistas que llegan hasta esta playa, emplazada al norte de Nueva Zelanda, dentro de la región de Northland, distrito de Far North, se tientan a vivir la experiencia de manejar largos minutos sobre la arena de la península de Auopori.
Pero todo viajero debe tener en cuenta un detalle: a pesar de que en el pasado esta línea costera se utilizó para recibir vuelos postales de Nueva Zelanda y aunque el país no prohíbe la circulación de vehículos por esta zona del país, la gran mayoría de las compañías que alquilan autos a turistas se niegan a permitir que ingresen, con los vehículos, a la Ninety Mile Beach.
Entonces, quienes estén al volante y deseen completar esta aventura, no solo tendrán que estar atentos al camino y conocer los horarios de las mareas, sino también estar bien seguros que, en el caso de contar con un auto de alquiler, la empresa propietaria del vehículo autoriza este tipo de travesía.

