Para ver los libros, tal como se imprimían en las antiguas imprentas, no hace falta que viajemos hasta la época de Gutenberg. Podemos ir tan solo algunas décadas atrás. Todo comenzaba con el texto, que llegaba ya corregido en forma de una pila de papeles hasta la imprenta. Allí el linotipista volvía a copiar todo de nuevo. Es que por esa época todavía no se utilizaban las computadoras. Pero esta segunda copia tenía la ventaja de producir al mismo tiempo los tipos móviles con que se armarían las planchas. Para eso, se utilizaba plomo.
En la época de Gutenberg no existía la linotipia, por lo que las páginas debían armarse de a una, colocando los tipos en las planchas con una pinza. Los primeros tipos se fabricaban en moldes de madera. El molde se llenaba con plomo derretido. Se dejaba secar y la letra quedaba lista para usar.
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¿Te fijaste que las letras de un sello están al revés? Lo mismo pasaba con las planchas de impresión una vez que se las llenaba con los tipos. La mirabas de arriba y no entendías nada… Pero aunque no lo creas, los operarios que hacían esas tareas eran tan prácticos que podían leer esos textos de corrido como si estuvieran escritos del derecho.