¿Cómo se divertían? ¿Qué juguetes tenían? En realidad, los juegos se parecían mucho a los que juegan hoy con sus amigos. Te lo contamos en esta nota.
El juego más popular en 1810 era el de las cañas. ¿Cómo era? Cargaban unos contra otros, apuntándose con largas varas de bambú... Sí, muy parecido al de los cowboys, aunque en lugar de vaqueros contra indios, peleaban españoles contra árabes. Y no usaban revólveres ni flechas, sino simplemente cañas, las mismas con las que después hacían barriletes. O jugaban con trompos, baleros (había que embocar una bola agujereada en un palito) o bolitas. O trepaban a un palo enjabonado, o hacían fuerza tirando a cada extremo de una soga.
A diferencia de ahora, los niños y las niñas no solían jugar juntos. Las nenas se disfrazaban, jugaban a las muñecas (había de trapo y de madera), a las visitas y al gallito ciego. ¿No lo conocés? A una le cubrían los ojos con una venda y después de hacerla girar hasta marearla, la dejaban sola. Debía adivinar quién era quién solo con las manos... ¿Te imaginás cómo se matarían de la risa?
¡Qué rico!
Cuando se cansaban de jugar, claro, los chicos tenían ganas de comer algo rico. Las golosinas los volvían locos, especialmente las que vendían las esclavas africanas por las calles: tortitas quemadas con azúcar negra, buñuelos de miel, dulces de coco... ¿Dulce de leche? No. Todavía no se había inventado.
Para 1810 en el territorio de nuestro país habitaban menos de 400.000 habitantes, de los cuales 40.000 pertenecían a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por ese entonces, Buenos Aires era una ciudad sucia y descuidada, pues no se contaba con un sistema de recolección de residuos, sumado a las aguas estancadas y animales muertos que era bastante común encontrar en el camino. Esto producía una alta circulación de enfermedades entre los ciudadanos, en una ciudad equipada con apenas 2 hospitales y 8 médicos. Algunas de las enfermedades más comunes de la época eran: fiebres catarrales, sífilis, tuberculosis, asma, tétano, rabia e hidropesía. Durante el período colonial, Buenos Aires sufrió tres epidemias históricas: la viruela en 1805, el sarampión en 1809 y la disentería entre 1810 y 1812.
En la esfera del ocio, el teatro era muy habitual en ese entonces. Se interpretaban obras que hacían alusión a la Revolución y resultaban siendo muy aclamadas por el público. Debido a esto, el gobierno colonial clausuró “La casa de Comedias”, único teatro de Buenos Aires. Los bailes y las sombras chinescas eran eventos muy concurridos y los juegos de dados y cartas predominaban en las clases populares. Las pulperías eran un lugar de encuentro fundamental en la vida cotidiana de estos estratos sociales. En cuanto a la clase alta, se distinguían por un gran consumo de literatura, asistencia a reuniones y tertulias donde se debatía de diversos temas, desde política y arte hasta ciencia y filosofía.
La gastronomía era bastante variada y muchas de las comidas típicas llevaban carne ya que el ganado era cimarrón (salvaje) por lo que tenía un costo muy bajo. Algunos platos típicos de esa época son: puchero, carbonada, locro, sábalo, empanadas y asado de vaca. Entre los postres, los más usuales eran el arroz con leche, yema quemada, mazamorra, torrejas y pastelitos de dulce de membrillo de batata.
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