San Martín montó una fabrica de armamento en Mendoza
San Martín preparaba el ejército que cruzaría los Andes para enfrentar a los realistas en Chile y Perú, pero necesitaba algo fundamental: armas. Y no recibía ayuda desde la capital de las Provincias Unidas. Nuestro prócer no quiso depender solo de Buenos Aires para la provisión de las armas y por eso montó una fragua o fábrica en el campamento del Plumerillo. Al frente de ella ubicó al sacerdote sanjuanino Fray Luis Beltrán, experto en matemática, física y metalurgia. De la fragua de Beltrán salieron fusiles, sables, bayonetas, cañones y municiones con la asistencia de los habitantes de Cuyo. Pero… ¿Quién era Luis Beltrán?
¿Quién era Luis Beltrán?
Según las versiónes más difundidas había nacido un 7 de septiembre de 1784 en Mendoza, aunque en su testamento (dictado al ingresar a la orden franciscana a los 16 años de edad) declara ser oriundo de San Juan. El verdadero apellido de su familia era Bertrand pero fue anotado por error como “Beltrán”.
En el Convento de San Francisco en Mendoza comenzó a estudiar y se interesaba por materias prácticas como la física y la mecánica. Decidió seguir su vocación religiosa y fue trasladado a Santiago de Chile, se ordenó sacerdote en 1805.
Estando en la capital chilena en manos todavía de los españoles, estalló la revolución independentista en 1810, y Beltrán la apoyó enérgicamente. En 1812 fue designado capellán de las tropas independentistas comandadas por Carrera. Trabajó en la maestranza del ejército con el grado militar de teniente. Estudió química, matemática y mecánica, ciencias que llegó a dominar ampliamente.
Fray Luis Beltrán regresa a Mendoza
Después de la derrota de Rancagua regresó a Mendoza. Llevaba consigo sus herramientas de trabajo y la convicción de seguir peleando contra los enemigos de América. En la ciudad cuyana el general José de San Martín lo hizo jefe del parque de artillería del Ejército de los Andes. Colaboró con José Antonio Álvarez Condarco en la fábrica de pólvora y lo suplantó desde que aquel llevara a cabo una misión de espionaje en Chile.
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Mitre contaba de Beltrán que: “se hizo matemático, físico y químico por intuición; artillero, pirotécnico, carpintero, arquitecto, herrero, dibujante, cordonero, bordador y médico por la observación y la práctica, siendo entendido en todas las artes manuales y lo que no sabía lo aprendía con sólo aplicar a ello sus extraordinarias facultades naturales”.
Fray Luis Beltrán en el campamento de El Plumerillo
Fray Luis impuso en el campamento del Plumerillo un frenético ritmo de producción que abarcaba el día y la noche. A sus órdenes llegaron a trabajar hasta 700 hombres que fabricaban de todo: desde monturas y zapatos hasta balas de cañón, fusiles, vehículos de transporte y granadas. Y también preparaba las piezas necesarias para poder vencer la cordillera: puentes colgantes, grúas, pontones para doblegar quebradas intransitables y abismos imposibles.
Ya no quedaban campanas en las iglesias de la zona ni ollas en muchas casas. Todo era fundido en los talleres de Beltrán.
San Martín lo ascendió a Teniente Primero con el grado de Capitán. Fray Luis también usó las armas con muchas destreza y valentía, como lo atestigua el reconocimiento que recibió del gobierno de las Provincias Unidas a través de una medalla por su actuación en la memorable batalla de Chacabuco.
Fray Luis Beltrán prepara la expedición a Perú
Una vez independizado Chile (Fray Luis hizo los fuegos artificiales para el festejo), Beltrán comenzó los preparativos para la expedición al Perú y fue designado por San Martín como Director de la maestranza del Ejército Libertador. Entró en Lima junto al Libertador.
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Tras el retiro de San Martín, Beltrán siguió peleando a los órdenes de Bolívar, pero tuvo un entredicho profundo con el venezolano, quien lo reprendió duramente y amenazó con fusilarlo.
Fray Luis Beltrán contra Simón Bolivar
Debido a este desaire, Luis Beltrán intentó atentar contra su vida, y aunque lograron salvarlo perdió la razón y estuvo enajenado por varios meses. Restablecido, viajó primero a Chile y luego a Buenos Aires donde se incorporó a la maestranza del ejército que marchó a la Guerra del Brasil, y participó en el combate de Ituzaingó.
Pero su estado físico y espiritual se complicaban. Debió abandonar la campaña y regresar a Buenos Aires, donde falleció el 8 de diciembre de 1827. A pesar de que llevaba once años de haber dejado de ser religioso, fue sepultado como franciscano, con el hábito de su orden ya que antes de morir renunció a las armas y se encerró a hacer penitencia severa por varios días.