Nicolás, más conocido como San Nicolás o Nicolás de Bari, nació en el siglo III d.C. en Patara, una ciudad portuaria del sur de la actual Turquía, y creció en una familia con una gran posición económica.
Desde muy joven fue educado en valores cristianos y se notaba su una profunda vocación de servicio. Al quedar huérfano, tomó una decisión que transformó su destino: distribuyó toda su herencia entre quienes más lo necesitaban.
Ese gesto, que aparece relatado en diversas fuentes históricas, definió el camino que lo llevaría a convertirse en obispo de Myra y más tarde en una figura venerada en todo el mundo.
San Nicolás y los relatos que lo volvieron famoso
A lo largo de los siglos, distintos episodios contribuyeron a consolidar la imagen de San Nicolás como protector de quienes más lo necesitaban.
Uno de los relatos más conocidos cuenta que ayudó a tres jóvenes cuya familia no tenía dinero para asegurarles una dote. Para evitar que fueran vendidas o forzadas a situaciones peligrosas, Nicolás arrojó de manera anónima bolsas de oro por la ventana de su casa. Ese gesto dio origen, con el tiempo, a la tradición de dejar medias o zapatos para recibir regalos.
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Su figura también se asocia a historias milagrosas, como el rescate y resucitación de tres estudiantes asesinados en una posada o la liberación de un adolescente capturado por piratas. Estos episodios, relatados por Vatican News, reforzaron su papel como patrono de niños, jóvenes y navegantes.
Peo más allá de sus actos desinteresados, su vida estuvo atravesada por momentos de adversidad. Bajo el gobierno del emperador Diocleciano fue encarcelado y exiliado, como narran Vatican News y otros registros sobre su biografía.
Tras ser liberado, participó del Concilio de Nicea en 325 y continuó su labor pastoral hasta su muerte, que tuvo lugar el 6 de diciembre del año 343. Con el tiempo, su figura se transformó en sinónimo de protección, solidaridad y defensa de los más vulnerables.
¿Es Papá Noel?
Después de su muerte, la tumba de San Nicolás se convirtió rápidamente en un destino de peregrinación. En 1087, marineros italianos trasladaron sus restos desde Myra hasta Bari, en Italia, un hecho que transformó para siempre la devoción hacia él.
Este traslado catapultó su fama por toda Europa y dio origen al nombre con el que se lo conoce hoy: San Nicolás de Bari. Desde los Países Bajos, su figura continuó expandiéndose bajo el nombre de Sinterklaas.
Los colonos holandeses llevaron esta tradición a Nueva Ámsterdam —la actual Nueva York— en el siglo XVII. Con el tiempo, esa tradición se adaptó al inglés como "Santa Claus". Allí nació el personaje moderno que reúne la bondad atribuida a San Nicolás con elementos de mitologías nórdicas.
Aunque Papá Noel no es San Nicolás, su figura no existiría sin las historias de generosidad y protección que rodearon la vida del obispo de Myra.
