Una silla de ruedas autopropulsada permite al usuario moverse y propulsarse sin ayuda externa y, sobre todo, sin necesidad de agarrar las ruedas con las manos para desplazarlas.
Estas sillas de ruedas están diseñadas para proporcionar a la gente la capacidad de desplazarse y controlar sus movimientos de forma independiente.
¿Cuándo se creó la primera silla de ruedas autopropulsada?
Era el año 1655 cuando apareció la primera silla de ruedas autopropulsada. Fue ideada por un señor llamado Stefan Farffler: un relojero que perdió el uso de sus piernas en un accidente infantil.
Creó este dispositivo con un fin muy claro en mente: poder desplazarse hacia y desde la iglesia en Nuremberg, Alemania. Su invento se parecía, en primera instancia, a una bicicleta reclinada moderna.
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Funcionaba a partir de un sistema de engranajes y palancas que le permitía propulsarse a sí mismo al mover estas últimas hacia adelante y atrás. Este diseño innovador permitía un movimiento más eficiente y controlado en comparación con las sillas de ruedas de la época, que requerían que las ruedas fueran giradas manualmente.
El invento comenzaba a insinuar el potencial del uso de dispositivos de ruedas autónomos, lo cual se confirma si tenemos en cuenta que el primer auto apareció unos 200 años después.
Una ventaja para pocos
El diseño de Farffler contribuyó al desarrollo de la tecnología de las sillas de ruedas y varios inventores crearon dispositivos similares.
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Sin embargo, por un largo tiempo, las autopropulsadas serían usadas principalmente por personas de las clases altas. Los integrantes de otros estratos sociales no podían acceder a ellas todavía.
Esto se debe a que eran muy difíciles de fabricar, pesadas, voluminosas y, sobre todo, casi completamente ineficaces en exteriores. La gente adinerada podía permitirse esa limitación porque no necesitaban salir de la casa con demasiada frecuencia.