Para crear ambas "cartulinas", como se las conoce en otros países, el árbitro inglés se inspiró en los colores del semáforo: amarillo por advertencia y rojo por alto.
En la actualidad, cuando vemos un partido de fútbol con amigos o en familia, nos resulta común que más de un jugador sea amonestado con una tarjeta amarilla. Y, en algunos casos, que sea expulsado por una falta grave, ante la que el árbitro muestra la tarjeta roja.
Sin embargo, desde que el deporte existe como tal, lleva más años de juego sin las tarjetas que con ellas. Estas recién surgieron hace poco más de cincuenta años, y cambiaron al fútbol para siempre.
Luego del Mundial de Fútbol de 1962, que se jugó en Chile, el saldo de jugadores lastimados, fracturados e incluso internados en hospitales fue preocupante. Quizás el deporte estaba viviendo sus momentos más brutales dentro del campo de juego, entre los mismos jugadores y para con el árbitro.
La historia "empieza", entonces, en ese campeonato mundial. Su punto cúlmine fue la que se conoce como "La Batalla de Santiago" (de Chile), en la que se enfrentaron Chile e Italia y que ganó la selección sudamericana por 2 a 0. En el partido volaron patadas, puños e incluso tuvieron que entrar policías a la cancha.
Kenneth Aston, un árbitro inglés que se retiró del oficio al año siguiente, presenció el conflicto "bélico" en las canchas y decidió que era necesario sancionar a los jugadores. Sin embargo, faltarían ocho años para que inventaran las tarjetas amarilla y roja.
El siguiente Mundial, Inglaterra 1966, también vio lo más feroz del deporte. Sin embargo, una situación muy particular entre un jugador y un árbitro terminó por dar forma a las tarjetas amarilla y roja.
En cuartos de final se enfrentaron Argentina e Inglaterra, selección que avanzó y salió campeona del torneo. El partido se detuvo por casi diez minutos cuando, ante una falta cometida por el argentino Roberto Perfumo, se acercó a protestar el capitán Antonio Rattín. El árbitro alemán Rudolf Kreitlein lo expulsó del juego, pero había un gran problema: ni Rattín hablaba inglés, ni Kreitlein español.
Para resolver la situación entró un traductor y Rattín se fue de la cancha muy molesto. Al final del partido, el árbitro alemán tuvo que ser escoltado por policías para abandonar el lugar. En los siguientes años, tanto Kreitlein como el árbitro inglés Aston idearon ambas tarjetas, que:
El Comité de Árbitros lo aprobó y ambas se utilizaron por primera vez en el Mundial de México 1970, para respiro de los árbitros y probablemente de todos los jugadores.
La tarjeta amarilla se aplicó por primera vez, efectivamente, en el Mundial de México 1970. El jugador que inauguró la era fue el soviético Kaji Asatiani, en el partido inaugural entre el local y la URSS.
Sin embargo, tal vez porque las tarjetas amarillas habían surtido efecto, el torneo no vio la tarjeta roja en ningún partido. Recién en el Mundial de Alemania Federal 1974 se usó por primera vez, en un partido entre la selección local y la de Chile. Fue el jugador chileno Carlos Caszely quien fue el primero formalmente expulsado por una tarjeta roja.
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