Existen muchos parecidos entre la naturaleza y el cuerpo humano, que sorprenden por sus patrones, formas o colores repetidos. Una de las similitudes que más asombra es entre una nuez y el cerebro, tanto por su forma como por su color.
El parecido intrigó a alquimistas y científicos por siglos, y a pesar de que no hay una única respuesta, se encontraron argumentos que explican la relación.
¿Cuáles son los motivos del parecido entre cerebro y nuez?
Si miramos con detenimiento una nuez de castilla (porque mirar un cerebro se dificulta, salvo que seas un neurocirujano), podemos notar que es prácticamente igual a nuestro órgano pensante, ya que ambos tienen:
- Dos hemisferios.
- Pliegues simétricos.
- Un color parecido, siendo más fuerte el de la nuez.
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Además, tanto el órgano del cuerpo humano como el fruto seco comparten un porcentaje similar en su composición: ambos están compuestos en un 60% de grasas.
Otro de los motivos que explica su parecido es su rol en el desarrollo de neuro-transmisores y redes neuronales. Como sabemos, ellas se alojan en el cerebro y lo forman. Por el lado de las nueces, como estas, son ricas en Omega-3, aportan al desarrollo de las funciones cerebrales y del sistema nervioso en general.
Por último, otro de los argumentos a favor de la gran similitud es el hecho de que tanto cerebro como nuez están protegidos por una estructura ovalada. Para el primero, está el cráneo, y para el segundo, está la cáscara.
¿Qué otros parecidos existen entre naturaleza y cuerpo humano?
Como la naturaleza no deja de sorprender, la relación de similitud entre cerebro y nuez no es la única. Otras de las tantas que pueden pensarse y evidenciarse son:
- Las raíces de los árboles y las venas.
- La corteza de los árboles y la piel (vista con una lupa).
- Los anillos de los árboles y las huellas dactilares.
- Los relámpagos y las venitas de los ojos.