El aplauso silencioso, también conocido como "aplauso visual" o "aplauso sordo", consiste en una variación de aquella acción caracterizada por el ruido que causa el choque repetitivo entre las palmas de dos manos.
Para aplaudir en este formato alternativo, ubicamos nuestras manos a la altura de la cara, una a cada lado, palmas mirando hacia adelante. Una vez posicionadas, giramos la mano sobre su eje –dejando los codos inmóviles–, hacia la derecha y hacia la izquierda, por cuanto tiempo queramos que dure la ovación.
Un recurso transversal a diversas comunidades
El aplauso silencioso no debería llevarse a cabo únicamente por la presencia de personas con discapacidad auditiva. Por lo lejos que está de cualquier choque o ruido estruendoso, es recomendable usarse teniendo en cuenta, también, a todas aquellas personas que padecen los sonidos fuertes.
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El gesto tiene cada vez más difusión por la posibilidad de implementarse evitando el ruido excesivo que puede afectar a personas con sensibilidad auditiva. Es el caso, por ejemplo, de muchas personas que poseen trastorno del espectro autista.
¿Cómo se originó el aplauso silencioso?
Se dice que su origen se remonta al año 1824, cuando Beethoven terminó de dirigir la novena sinfonía y recibió una sorpresa por parte del público asistente: además de los aplausos "comunes", las personas presentes comenzaron a agitar las manos en el aire en gesto de ovación al compositor sordo.
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De todas formas, no fue hasta que llegó la Lengua de Señas Americana que el gesto se hizo conocido dentro de la comunidad sorda. En la actualidad, el aplauso silencioso es universal y se aplica en eventos y reuniones de todo tipo.