El 10 de abril de 1882 se llevó a cabo el primer Congreso pedagógico en Buenos Aires. Por entonces, Manuel Pizarro era el Ministro de Justicia e Instrucción Pública y fue quien tomó la iniciativa de llevar a delante el encuentro. Sin embargo, renunció al poco tiempo y se lo sustituyó por Eduardo Wilde, conocido por ser el principal promotor de la legislación laicista de la década de 1880.
El programa del Congreso establecía cuatro temas: la revisión del estado de la educación común en el país, el impulso al progreso educativo, el tratamiento de la influencia y del papel que le tocaba al poder político en el campo educativo y el estudio de la legislación vigente al momento en cuanto a educación común y su reforma.
En el contexto en el cual se realizó el Congreso Pedagógico tuvieron lugar algunos cambios. Sarmiento había renunciado a la presidencia del Consejo Nacional de Educación. Benjamín Zorrilla fue nombrado al frente de una Comisión Nacional de Educación para hacerse cargo del Consejo que, a su vez, organizó el Congreso.
Al Congreso Pedagógico concurrieron más de 250 asistentes, entre quienes se encontraban delegados de las provincias, de las escuelas, de los municipios y de países como Uruguay, Brasil, Bolivia, Estados Unidos, Paraguay y Nicaragua, entre otros.
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A lo largo de las sesiones del Congreso, distintos especialistas de la época expusieron sus trabajos e ideas. Paul Groussac hizo un diagnóstico del estado de la educación común. Enrique de Santa Olalla propuso la creación de escuelas ambulantes de educación primaria y para adultos. José Posse, por su parte, expuso sus ideas sobre la obligatoriedad y la gratuidad de la enseñanza como las formas ideales para combatir el analfabetismo. En tanto, José María Torres analizó la necesidad de reglamentar el ejercicio del derecho a enseñar. Jacobo Varela, representante de Uruguay, subrayó la importancia de la educación de las mujeres. Nicanor Larrain fue quien introdujo el debate sobre la cuestión religiosa al plantear su propuesta de laicidad de la escuela. Esto trajo repercusiones negativas entre algunos de los asistentes al Congreso, como por ejemplo José Manuel Estrada, vicepresidente del evento, quien se retiró del Congreso y desde su columna en el diario La Unión manifestó su disgusto. Finalmente, la discusión acerca de la enseñanza laica y la enseñanza religiosa se eliminó de los debates del Congreso.
Al terminar, el Congreso aprobó una publicación titulada “Declaraciones”, donde se encontraban un conjunto de propuestas doctrinarias y técnicas para el mejoramiento de la enseñanza primaria que, no obstante, se ignoraron en los años posteriores.