Los domingos a la tarde nos suele dar fiaca o quizá después de almorzar un día de semana. Y si nos ataca la fiaca, necesitamos un sillón o algo mullido donde descansar un rato. Cuando nos sentimos cansados, perezosos o lentos decimos que tenemos “fiaca”. Pero ¿qué significa realmente y de dónde viene la costumbre de usar esta palabra?
La palabra “fiaca” viene del italiano “fiacca” que significa cansancio, lentitud o pereza. A su vez, proviene del latín cuyo término “flaccus” se usaba para referirse a algo de poca fuerza, blando, endeble o flácido. Efectivamente, cuando nos sentimos con fiaca nuestro cuerpo parece que tiene menos fuerza. Con el paso del tiempo, la palabra viajó a través de las corrientes inmigratorias y se incorporó al lunfardo rioplatense.
El lunfardo es el lenguaje que surge de la mezcla de idiomas traídos por los inmigrantes europeos de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Una especie de argot cuyo epicentro estuvo en Buenos Aires y que luego se fue extendiendo al resto de Argentina. Al mismo tiempo, sus palabras tuvieron mucha circulación en los conventillos y en el puerto de la ciudad de Buenos Aires y muchas fueron retomadas en las letras de tangos.
Fiaca en la RAE
El diccionario de la Real Academia Española incorporó la palabra “fiaca” recién en el año 2014 y la define como un adjetivo coloquial que designa lo perezoso, desganado o indolente.
Es que el lenguaje es una construcción y, como tal, va sufriendo modificaciones con el paso de los años. Lo que sucede es que el habla es mucho más flexible y elástica y los cambios en la oralidad van a rápida velocidad, característica que no siempre puede ser aprehendida por las instituciones formales, como la RAE, cuyas reglas incluyen pasar por una incontable cantidad de pasos y aprobaciones.
En el teatro y en el cine
“La fiaca” es el título de una obra teatral de Ricardo Talesnik estrenada en 1967. Narra la vida monótona de un hombre que, un día, de pronto, decide no concurrir a su trabajo ni realizar ninguna tarea en el hogar y, en su lugar, jugar, divertirse y holgazanear. En declaraciones a los medios de la época, el autor explicó que pretendía reflejar a personajes reales viviendo situaciones no cotidianas a través del humor. Como un rebelde contra el mundo exterior que lo oprime, el protagonista no obtiene el resultado esperado y parecería que no hay escapatoria al sistema.
Con la dirección de Carlos Gorostiza, estuvo interpretada por Norman Briski, Julio De Grazia, María Cristina Laurenz y Pepe Novoa. En 1969 fue llevada al cine de la mano del director y guionista Fernando Ayala y sus protagonistas fueron Norman Briski, Norma Aleandro, Jorge Rivera López y Lydia Lamaison.
