Los teatros son, sin lugar a dudas, grandes obras emblemas que laten en el corazón porteño. Ya sea por su notable arquitectura, por el valor cultural que aportan, o por la historia que descansa en sus paredes, los teatros siempre se destacaron en Buenos Aires.
Tanto los de la calle Corrientes, como todos los otros desperdigados por la Ciudad, todos han dejado su huella. A continuación hacemos un repaso por siete que ya no existen.
1. Teatro Argentino
Sobre Bartolomé Mitre 1444 se encontraba esta sala que fue inaugurada en 1892. Originalmente su nombre había sido Teatro de la Zarzuela, pero en 1898 obtuvo su nombre definitivo.
Como se trataba de un espacio chico, no era apto para espectáculos líricos, por lo que lo que la mayoría de los shows solían ser de magia. Sobre sus tablas se presentaron artistas como Parravicini, Pablo Podestá, Florencio Sánchez.
Allí, el productor y empresario Alejandro Romay llevó a cabo distintas obras musicales como "El violinista sobre el tejado" y "Hair". En 1973, un día antes de estrenar "Jesucristo Superstar", un comando armado incendió el lugar con bombas molotov y la sala quedó destruída.
2. Teatro Odeón
Ubicado en Esmeralda 367, este teatro abrió sus puertas por primera vez en 1892y cambió varias veces de nombre: Varietés, Ba-Ta-Clan, Theatre Français y Edén fueron los que antecedieron a Teatro Odeón, nombre que le puso su último dueño, el empresario cervecero Emilio Bieckert.
En el subsuelo había un bar que entre 1925 y 1926 era visitado por varios personajes destacados de la cultura argentina, como Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Macedonio Fernández, Leopoldo Marechal, Xul Solar y Emilio Pettoruti, entre otros.
En cuanto a su escenario, también recibió la visita de grandes estelaridades: Carlos Gardel, Ástor Piazzolla, Margarita Xirgu, Lola Membrives, Luigi Pirandello, Vittorio Gassman y Luis Alberto Spinetta con Pescado Rabioso.
Para 1985 lo declararon un edificio protegido por su interés cultural y arquitectónico, pero esa protección concluyó en 1991 y lo demolieron.
3. Teatro Casino
Antes de convertirse en teatro, en este espacio había una fábrica de coches. En 1885 esta empresa cerró y comenzó la construcción de este edificio. El proyecto estuvo a cargo del arquitecto José Arnavat, y una característica particular que tuvo fue que durante las obras no se suspendieron las funciones.
Ubicado en Maipú 326, esta sale fue la primera del país en utilizar el sistema de cinemascope y tenía capacidad para 700 personas. A su vez, contaba con galerías, distintos salones y una confitería.
Sobre sus tablas se ofrecían shows muy variados: bailes, como el can-can, chansonettes, vaudeville, malabaristas, magos, ilusionistas, acróbatas, entre otros.
En la década de 1950 el espacio funcionó como una discoteca y tan solo diez años después corrió la misma suerte que el resto de los teatros aquí mencionados: lo demolieron.
4. Teatro Ópera
Fundado en 1872, en la calle Corrientes 860, el terrero en el cual se construyó este teatro era de Carmen Díaz Vélez de Cano, y el empresario Antonio Pestalardo fue quien le propuso a Roberto, hijo de Carmen, construir una sobre aquella calle angosta.
La primera versión fue pequeña y modesta en comparación a otros teatros, pero pionera en contar con antepalcos "para guardar abrigos y sombreros".
En 1889, Cano se asoció a Rufino Varela y reformaron toda la infraestrutura. Para eso contrataron a Julio Dormal quien aportó un estilo francés opulento y llamativo. El teatro pasó a tener una sala con cinco bandejas de palcos, una inmensa araña de luz y una cúpula pintada con frescos.
A su vez, contaba con usina propia y en 1889 fue capaz de prestarle cables a la intendencia municipal para que por primera vez se pudieran encender lámparas eléctricas para celebrar las fechas patrias.
En 1935, Cano vendió la sala y nueve meses después, el arquitecto belga Alberto Bourdon había levantado un edificio completamente diferente al anterior. Con estilo Art Déco, ese es el que se conserva hasta la actualidad.
5. Teatro Coliseo
Al igual que el teatro Ópera, el Coliseo actual no se parece en nada al que supo ser. Ubicado en Marcelo T. de Alvear 1125, la sala actual se inauguró en 1959 y fue un proyecto de Mario Bigongiari.
La sala original, en cambio, había sido fundada en 1942 por el arquitecto José Molinari y contaba con nueve pisos. No obstante, durante 1944 el edificio funcionó como consulado italiano dado que la Segunda Guerra Mundial aún no había finalizado y el terreno había sido comprado en 1937 por el gobierno italiano.
Contaba con una pista móvil para ejercicios acrobáticos, un subsuelo para el traslado de animales desde al escenario, un restaurante, y capacidad para 2.000 personas sentadas y otras 500 paradas.
6. Teatro San Martín
El Teatro San Martín original se ubicaba en la calle Esmeralda 247, y había sido levantado en 1870 por Tauban D'Etienne. Por aquel entonces se trataba de una sala pequeña, donde lo que primaba era el baile y el varieté.
Tiempo más tarde, como no prosperó como estaba planeado, se vendió y fue convertido en una pista de patinaje llamada Skating Ring. Recién el 4 de julio de 1887 este edificio volvería a ser un teatro, con una capacidad para 3.500 espectadores.
No obstante, otra mala racha volvió a presentarse en el teatro: el 2 de septiembre de 1891 la sala se incendió. El dueño, Ghiglione, lo reconstruyó una vez más y el 25 de mayo de 1892 abrió sus puertas nuevamente.
Durante la última época había sido convertido en un cine, hasta que finalmente a mediados de 1960 lo demolieron.
7. Teatro Variedades
Esta sala pertenece al grupo de teatros construidos en el siglo XX. Tras un pedido de Ana Irazusta de Santamarina, Carlos Nordmann fue el arquitecto a cargo de la obra.
Se inauguró el 11 de mayo de 1909, y allí debutó como actriz Emma Gramatica, con una comedia que se llamó Divorciémonos, del dramaturgo francés Victorien Sardou.
Junto con el teatro Colón, Variedades fue la única sala que no contaba con medianeras. Fue demolido 52 años después, en 1961.