De todas las mansiones que se construyeron sobre la famosa Avenida Alvear del barrio porteño de Recoleta, una de las más emblemáticas es el Palacio Fernández Anchorena.
Esta propiedad, que tiene 114 años de historia, se construyó por iniciativa de Juan Antonio Fernández y Rosa Irene de Anchorena. Pero, sorpresivamente, el matrimonió nunca la habitó ni tampoco la conoció.
Finalmente, tras ser la residencia de un ex presidente y recibir visitas muy especiales, el Palacio Fernández Anchorena se convirtió en la sede de la Nunciatura Apostólica de Buenos Aires.
¿Por qué los primeros dueños del Palacio Fernández Anchorena nunca lo conocieron?
Al igual que muchos otros matrimonios adinerados, Juan Antonio Fernández y Rosa Irene de Anchorena tomaron la decisión de construir una mansión en la Ciudad de Buenos Aires.
En este caso, la pareja contrató en 1907 al arquitecto francés Edouard Le Monnier, quien rápidamente inició la construcción para cumplir con los plazos de entrega. Finalmente, la propiedad se inauguró en 1909.
De todas formas, y como ya lo hemos mencionado, durante sus primeros 13 años de historia permaneció prácticamente deshabitada. Es decir, allí solo vivía el personal de servicio doméstico, que debían limpiar las instalaciones todos los días.
En un principio se cree que el matrimonio nunca visitó su casa porque Juan Antonio Fernández se lastimó una pierna y eso los llevó a cancelar el viaje, que nunca más volvieron a planificar.
Otro dato curioso es que los cuatro hijos de la pareja visitaron Argentina en más de una ocasión. Pero, aunque el Palacio Fernández Anchorena estaba disponible, elegían dormir en hoteles.
En fin. Tras estos primeros años de pocos movimientos, en 1922 la mansión se alquiló al ex presidente Marcelo Torcuato de Alvear, quién habitó el lugar junto a su esposa, Regina Pacini.
Por último, luego de que los primeros dueños del lugar dejaron de administrarlo en 1928, este palacio de Buenos Aires se convirtió en la residencia de Adelia Harilaos de Olmos.
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¿Cómo se convirtió esta mansión en la sede de la Nunciatura Apostólica de Buenos Aires?
Adelia Harilaos de Olmos era una mujer muy adinerada, que es recordada por ser muy católica y haber tenido fanatismo por el Palacio Fernández Anchorena, donde vivió durante décadas.
Tal es así que durante su permanencia en el lugar, no solo decoró las instalaciones con muebles que hasta el día de hoy continúan en el mismo sitio, sino que organizó grandes eventos, bailes y hasta encuentros muy especiales.
Por un lado, Olmos recibió al Cardenal Pacelli, representante del papa, que años después fue Sumo Pontífice y llevaría el nombre de Pío XII.
Y, por el otro, durante sus últimos años de vida, Adelia Olmos también organizó la visita de Juan Domingo Perón y Evita, quienes compartieron una jornada de enero de 1948 en el lugar.
Finalmente, Adelia Harilaos de Olmos falleció el 15 de septiembre de 1949 y, tal cual había redactado el 13 de noviembre de 1947 en su testamento, su querido Palacio Fernández Anchorena debería ser donado como sede de la sede de la Nunciatura Apostólica de Buenos Aires.
Es por eso que el edificio adquirió su nueva faceta en abril de 1952 y ha permanecido como propiedad de la Santa Sede durante los últimos 71 años, con un papel muy relevante.
Tal es así que la mansión se convirtió en la residencia temporal del papa Juan Pablo II durante sus dos visitas a Buenos Aires, que tuvieron lugar en 1982 y 1987.
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¿Cuáles son las características más sorprendentes del Palacio Fernández Anchorena?
No hay dudas de que la historia del Palacio Fernández Anchorena es muy sorprendente. Pero, por otro lado, también es importante analizar en detalle algunas de sus características inusuales.
Es por eso que, al momento de observar la mansión desde la Avenida Alvear o incluso al recorrer su interior, en el caso de tener la oportunidad, es necesario saber que esta propiedad:
- Es Monumento Histórico Nacional desde 2002.
- Luce una fachada revestida en símil piedra de París.
- Está dividida en tres plantas, que culminan con una enorme cúpula sobre su entrada principal.
- Aparece en 3.000 estampillas emitidas por el Correo Argentino, en el marco de la celebración por el centenario de su inauguración.