Con las hojas secas y cortadas ya se puede empezar a armar el libro. Ese proceso se llama encuadernación y es muy delicado. Las hojas se cosen para que permanezcan unidas y en el orden correcto para la lectura. Luego se le agregan las tapas, que están hechas en otro material, más resistente. Los primeros libros llevaban tapas de cuero con caracteres en relieve. Hoy ese tipo de edición es solo para productos muy exclusivos.
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En colores
En el taller de impresión se graban las películas sobre distintas planchas. Después, con máquinas muy veloces, se imprimen miles de ejemplares en pocos minutos. Para imprimir en colores solo se recurre a la combinación de cuatro de ellos: cian (parecido al celeste), magenta (similar al rosa), amarillo y negro. Esos colores pasan sucesivamente sobre la plancha en distintas proporciones, y el resultado es magnífico.
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Los cromalines
Hoy los textos y las imágenes llegan a un sector de la imprenta que se llama fotocromía. Ahí ya no trabajan con prensas que aprietan sino con películas y cromalines (pruebas de color) que servirán para la impresión final. Una vez que los cromalines están listos, se controla para ver si es necesario hacer algún cambio.
Hoy la impresión de libros es digital. Los procesos que se necesitaban para realizar un trabajo se han reducido, y ya queda poco de aquella imprenta artesanal.