Hernández publicó el libro en 1872 bajó el título El gaucho Martín Fierro, y consiguió tanto éxito que tuvo que escribir la continuación de la historia. La segunda parte se publicó en 1879 y se llamó La Vuelta de Martín Fierro. La continuación fue también muy bien recibida por los lectores.
Hoy las dos partes se publican juntas como si fueran una sola. El primer libro empieza con Martín Fierro recordando lo feliz que vivía con su familia hasta que fue obligado a alistarse en el ejército. Odia esta situación y no tarda en rebelarse y desertar. A su regreso descubre que su casa fue destruida y su familia se ha ido. Desesperado, se une a los indios y queda fuera de la ley.
José Hernández se inspiró en la dura realidad que soportaba el gaucho a finales del siglo XIX, que había pasado de ser un hombre libre a peón de estancia o soldado alistado a la fuerza para pelear en las guerras civiles.
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La Vuelta de Martín Fierro
En la segunda parte del libro el protagonista se reúne con sus hijos y vuelve al seno de la sociedad. Comienza con el relato de Martín Fierro viviendo en las tolderías mapuches junto al sargento Cruz, quien se hizo su gran amigo. Todo iba bien hasta que Cruz muere de viruela y Fierro conoce a una mujer que había sido capturada por los aborígenes. El protagonista se enfrenta con uno de los indios, lo mata y se va de la toldería llevándose a la mujer, a quien en el trayecto deja en una estancia. En una pulpería se reencuentra con sus hijos y el hijo de Cruz, pero también con el hermano del gaucho negro que había matado en la primera parte.
El viejo Vizcacha es uno de los personajes que aparecen en la segunda parte del libro. Entre otras cuestiones prefiere acomodarse a las autoridades, aunque éstas sean injustas y corruptas. Es un anciano vago pero muy astuto y con mucha sabiduría, que se la pasa dando consejos y queda como tutor de unos de los hijos de Fierro. ¿Y ellos cómo son? Se trata de dos varones que corrieron distinta suerte en la vida durante su ausencia. A ellos Fierro les dedica unos consejos y representan la esperanza del gaucho de salir adelante.