Hay mil maneras de apodar a un perro, pero quizás ninguna sea tan conocida como "firulais". El nombre aplica a perros de todas las razas, tamaños y edades, sin importar su origen.
Lo más común, sin embargo, es que se utilice para apodar a perros sin hogar que deambulan por las calles de la ciudad y que, por lo tanto, no tienen un nombre dado por un dueño. El origen de este apodo, para muchos, es desconocido.
El curioso origen de "firulais"
Aunque nos resulte agradable llamar a un perro por ese nombre, lo curioso es que no se inventó como tal, sino que se trata de una deformación del idioma inglés.
Según cuenta la historia, el término nació en la frontera entre México y Estados Unidos. Allí, los guardias fronterizos estadounidenses pedían a quienes emigraran con perros que estuvieran libres de pulgas: en inglés, "free of lice". El pedido se extendía a las garrapatas, a los piojos y también a las enfermedades.
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Con el tiempo, el apodo se popularizó en los pueblos fronterizos de México. Sobre todo, si los migrantes volvían a su país natal y contaban que su perro estaba libre de pulgas.
Lo que comenzó como "free of lice" derivó en apropiaciones al español como "fri yu lais", que al decirla rápido y sin pausas, se entendía como una sola palabra. Así, por su uso cotidiano se convirtió en el término que conocemos hoy, firulais, para referirse a cualquier perro con o sin pulgas.
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¿Hay versiones alternativas?
Como sucede con muchas de las palabras y frases de uso cotidiano, su origen no es demasiado preciso. Y jamás podría serlo, porque los idiomas tienen miles o millones de hablantes que lo modifican a largo plazo.
Con el caso de "firulais" ocurre lo mismo, ya que hay una segunda versión sobre su posible origen. No es la más aceptada, pero sí se ganó un lugar en el corazón de los mexicanos porque involucra a un payaso y a un perro adoptado.
Resulta que, en una ciudad del estado de Jalisco, un hombre que había malgastado su fortuna familiar comenzó a vestirse de payaso para realizar shows públicos en las calles y plazas. Para que lo acompañara, adoptó a un perro al que apodó "firulais".
Al morir más adelante el compañero cuatro patas, el hombre decidió llamar de tal manera todo perro callejero, y desde entonces el término se instaló para referirse a esos tiernos y queridos animales de cuatro patas.
Fronterizo o urbano, lo cierto es que con el tiempo el apodo se extendió a todos los países de Latinoamérica, donde fue recibido con los brazos abiertos.