Martín Miguel de Güemes: anécdotas desconocidas sobre el gran prócer salteño - Billiken
 

Martín Miguel de Güemes: anécdotas desconocidas sobre el gran prócer salteño

Entre los datos menos conocidos del patriota, está la posible hemofilia como enfermedad crónica que padecía, su carácter rebelde que lo llevaba a constantes enfrentamientos, y su muerte temprana tras una emboscada de los realistas. Recorremos dichos datos en esta nota.

Martín Miguel de Güemes fue un formidable patriota que dejó su vida peleando por un país independiente. Si bien desde siempre fue homenajeado en Salta, su provincia natal, recién en los últimos años su figura fue jerarquizada a nivel nacional, dándole el lugar entre los grandes próceres patrios que con justicia se había ganado.

En esta nota te contamos algunas anécdotas y rasgos desconocidos sobre el líder de la guerra gaucha.

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Carácter y personalidad

Martín Miguel de Güemes
Martín Miguel de Güemes ilustrado por Javier Basile
  • Tenía un extraordinario coraje y talento estratégico, aunque era tildado de rebelde por chocar con sus superiores: Balcarce, Pueyrredón y Díaz Vélez.
  • A Belgrano le molestaba la altivez y franqueza de Güemes, por eso lo hizo trasladar a la Banda Oriental. De allí lo rescató San Martín, devolviéndolo a su cargo de Tte. Coronel en el Ejército del Norte.
  • San Martín le pidió encargarse de llevar adelante la “guerra de recursos” con sus célebres “montoneras”, integradas por paisanos de baja extracción social, con quienes el caudillo salteño tenía gran comunicación.
  • Bartolomé Mitre escribió “que (Güemes) no había dado pruebas de su valor personal, que huía del peligro y nunca conducía sus soldados al fuego manteniéndose constantemente lejos de los combates, lo que en nada disminuía su prestigio”.
  • Según José María Paz dicha actitud precavida habría tenido razón en lo que él llamaba la “depravación humoral del físico de Güemes” (¿hemofilia?), porque su médico y amigo, el Dr. Redead, le había anunciado que cualquier herida que recibiese le sería mortal.
  • Su costumbre de alejarse de los campos de batalla no lo perjudica ante sus hombres, ninguno de los cuales suponía a Güemes privado de valor personal.
  • Francisco de Gurruchaga, militar. Diputado por Salta a la Primera Junta, financió a Güemes.

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Los bravos gauchos

  • Como provenía de la alta sociedad, Güemes se esforzaba por comprender las maneras y estilos de estos humildes gauchos. Ellos lo adoraban hasta entregar su vida por él.
  • Para los gauchos fue un líder muy persuasivo, porque veían en él a su representante, al protector y padre de los pobres, como lo llamaban. Y al patriota sincero y decidido por la independencia.
  • San Martín le confiaba a Posadas, por entonces Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, “Los gauchos de Salta, solos, están haciendo al enemigo una guerra de recursos terrible. Posadas, desde Buenos Aires, le encargaría felicitar “a los bizarros patriotas campesinos” (pudoroso de llamarlos “gauchos” por ser una palabra, por entonces peyorativa).
  • Gracias a los gauchos de Güemes, San Martín pudo concentrar el grueso de las tropas argentinas en su estrategia de tomar Lima por mar.
  • En sus memorias, el General español García Camba, opinaba sobre Güemes: “los gauchos eran hombres del campo, bien montados y armados todos de machete o sable, fusil o rifle (carabina de caballería), de los que se servían alternativamente sobre sus caballos con sorprendente habilidad, acercándose a las tropas con tal confianza, soltura y sangre fría que admiraban a los militares europeos, que por primera vez observaban aquellos hombres extraordinarios a caballo, y cuyas excelentes disposiciones para la guerra de guerrillas y sorpresa tuvieron repetidas ocasiones de comprobar. Eran individualmente valientes, tan diestros a caballo que igualan, si no exceden, a cuanto se dice de los célebres mamelucos y de los famosos cosacos, porque una de las armas de estos enemigos consistía en su facilidad para dispersarse y volver de nuevo al ataque, manteniendo a veces desde sus caballos y otras veces echando pie a tierra y cubriéndose con ellos, un fuego semejante al de una buena infantería”.

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