Un 5 de noviembre de 2012 fallece Leonardo Favio, el icónico director de cine cuyas películas son recordadas por todos los argentinos.
Además, era actor, cantautor, productor cinematográfico y guionista. Entre sus películas más aclamadas se encuentran Crónica de un niño solo (1965), El romance del Aniceto y la Francisca (1967) y Gatica, el Mono (1993).
Nació en 1938 en Mendoza y tuvo una infancia complicada, marcada por la pobreza, el abandono y los conflictos reiterados. Su madre, actriz y productora de radioteatros, fue quien le abrió las puertas del mundo del espectáculo. Leonardo comenzó haciendo bolos, papeles poco remunerados y luego se embarcó en sus primeros libretos. Más tarde, viajó a Buenos Aires, donde comenzó su carrera de actor de cine. En esos primeros años participó en largometrajes como El secuestrador (1958) y Fin de fiesta (1960), entre otros. Tuvo el honor de trabajar con directores de la talla de Leopoldo Torre Nilson y Daniel Tinayre.
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Como cantante y compositor, alcanzó el éxito a lo largo de América Latina con baladas románticas como Ding dong estas cosas del amor, O quizás simplemente le regale una rosa, Fuiste mía un verano, Ella ya me olvidó, Quiero aprender de memoria, Mi tristeza es mía y nada más, entre muchas otras. Además, participó en el conocido Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar (Chile). Sin embargo, a pesar del éxito dejó la carrera musical en la década de 1970 para dedicarse por completo al cine, su mayor pasión.
Su ópera prima fue Crónica de un niño solo, que se estrenó en 1965 pero su consolidación como director cinematográfico fue con Nazareno Cruz y el lobo (1975), la película quizá más vista en la historia del cine nacional.
En 2001, Leonardo Favio recibió el Diploma de Honor de la Fundación Konex como uno de los cinco mejores directores de cine de la década.