Alcanza una superficie de 487.000 kilómetros cuadrados y, durante décadas, evitó que numerosos exploradores ingresen al Polo Sur.
Al día de hoy, la Antártida es un continente que está repleto de incógnitas, donde se conservan paisajes inigualables como, por ejemplo, la impactante barrera de hielo de Ross.
Como su nombre lo indica, esta masa de hielo, que tiene el 90% de su superficie en flotación sobre el nivel del océano, es una gran pared congelada, que alcanza los 800 kilómetros de longitud.
Y, debido a sus características, durante décadas frenó a exploradores, que recorrían el mundo para intentar conquistar el Polo Sur. En simples palabras, al no encontrar una alternativa para superar la barrera, debían abandonar la Antártida sin conseguirlo.
Quienes no se hayan sorprendido con la longitud ya mencionada de la barrera de hielo de Ross, seguro quedarán impactados con las otras cifras que describen a este campo congelado.
Es decir, gracias a los múltiples estudios realizados sobre y en las inmediaciones de esta pared natural, se llegó a la conclusión de que:
La barrera de hielo de Ross recibió este nombre en homenaje al explorador británico James Clark Ross, que en un intento por conquistar el Polo Sur, se encontró con este muro y registró el hallazgo, el 11 de enero de 1841.
Como era de esperar, Ross y todos los tripulantes de los barcos HMS Erebus y HMS Terror que llegaron hasta este sector del planeta, regresaron a Europa sin lograr el acceso al punto mencionado.
Finalmente, para tomar conciencia de la inaccesibilidad de “La Barrera”, como era conocida en esa época, hay que recordar que fue el motivo del fracaso de todas las misiones al Polo Sur que tuvieron lugar durante la segunda mitad del siglo XIX.
Este logro recién se concretó el 14 de diciembre de 1911, cuando el explorador noruego Roald Amundsen se convirtió en la primera persona en poner un pie sobre este polo magnético del planeta.
A mediados de marzo del año 2000, el mundo se enteró que la barrera de hielo de Ross, ubicada dentro de la Dependencia de Ross, que reclama Nueva Zelanda; experimentó un desprendimiento histórico.
Debido a la fuerza de la naturaleza, este muro congelado dio lugar al surgimiento del Iceberg B-15 que, con sus 11.000 kilómetros cuadrados de superficie, conserva el título al más grande de la historia.
Con el correr del tiempo, este gran bloque de hielo, que tenía un tamaño similar al de Jamaica, se dividió en trozos más pequeños y, según expertos, aún se conserva uno que se llama B-15AB y que se encuentra frente a la Antártida, en el sector occidental de la región de Amery.
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