El café con medialunas son la pareja perfecta para desayunos y las meriendas, tanto en su versión dulce como salada, sus versiones rellenas, integrales y hasta sin gluten, siempre acompañada de una buena infusión. Podría decirse que hay para todos los gustos, pero ¿qué historia une a este clásico de la gastronomía?
La mayoría de las personas cree que las medialunas nacieron en Francia, pero no es así. Estos panificados vieron la luz por primera vez en Austria y se inventaron en honor a una derrota militar. Desde entonces, están emparentados para siempre con el café.
Los panaderos salvaron a Viena
La primera vez que el Imperio Otomano quiso invadir Austria fue en 1529. Ese hecho marcó el apogeo de la invasión otomana a Europa central. Al no poder concretar sus planes, el ejército se retiró, pero volvió a sitiar Viena en septiembre de 1683.
La estrategia turca fue construir túneles debajo de la ciudad para sorprender a la madrugada, a las tropas del emperador Leopoldo I y Juan III Sobieski, rey de la Mancomunidad Polaca-Lituana. El pequeño detalle que no tuvieron en cuenta fue que ese era el horario de trabajo de los panaderos del lugar, que al sentir ruidos extraños, alertaron al ejército de su país.
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Gracias a esto, los soldados pudieron prepararse correctamente para hacerle frente a los otomanos. La batalla de Kahlenberg sirvió para ponerle fin al bloqueo militar que afectaba a la ciudad austríaca y el fin de Merzifonlu “Kará” Mustafá, el líder de los turcos. Como reconocimiento, Leopoldo I otorgó honores especiales a los panaderos, como llevar espadas en el cinturón.
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Para conmemorar la fecha, se crearon dos tipos nuevos de panificado: una llamada Leopoldo y la otra llamada Halbmond, que significa medialuna. La idea surge como una burla hacia los turcos, que llevaban esa imagen como símbolo en su bandera.
¿Cómo se juntaron el café y las medialunas?
Falta tan solo un detalle para cerrar la historia de cómo surge el café con medialunas: la leyenda cuenta que Franz Georg Kolschitzky, un soldado polaco infiltrado en las filas otomanas, también fue clave para la victoria. Durante la huída, los turcos dejaron caer quinientos kilos de café. Para premiar su lealtad, Kolschitzky recibió la licencia para abrir una cafetería. Allí comenzó a servirse el clásico café con medialunas.
