El origen del nombre Buenos Aires surgió durante el período anterior a su independencia y tiene una impronta religiosa. El término se remonta a la primera fundación, cuando Mendoza la bautizó como Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre, en honor a la patrona católica de los navegantes sevillanos.
Más tarde, en la segunda fundación, Juan de Garay modificó el nombre de la ciudad y la llamó Ciudad de la Trinidad. Desde entonces, comenzó el desarrollo social y político en los actuales terrenos de Plaza de Mayo. En 1776 se la designó como capital del recientemente creado Virreinato del Río de la Plata y se posicionó como un puerto importante en el comercio internacional.
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En este periodo, la ciudad ocupó un rol central en el proceso de la Revolución de Mayo y en la gesta de la independencia de 1816. Así, durante la segunda parte del siglo XIX Buenos Aires creció como puerto por su ubicación estratégica en un contexto donde se la denominaba como el "granero del mundo".
En 1880 la ciudad se convirtió en la Capital Federal de la República Argentina y ya para el siglo XX era reconocida como una de las principales metrópolis del mundo. Sin embargo, fue recién en 1994 que Buenos Aires logró su propia autonomía a través de la sanción de su constitución, lo que además permitió que los ciudadanos elijan a sus propios representantes.