Eduardo Schaberger, es un astrofotógrafo santafecino que, con su cámara, logró captar una columna de plasma que se extiende a lo largo de unos 200.000 kilómetros sobre el polo sur del Sol. Lo que distingue a este fenómeno es que no suelen suceder en esa posición, sino cerca del ecuador solar.
Para capturar estas imágenes utilizó cámaras astronómicas de alta velocidad que pueden fotografiar hasta 160 cuadros por segundo.
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"Se aplica una técnica llamada "Lucky Imaging" (imagen afortunada), la cual consiste en grabar pequeñas secuencias de 10, 12 o 15 segundos, obteniendo entre 1.600 y 2.000 fotogramas, con la esperanza de que algunos de ellos coincidan con instantes en los que la atmósfera se calma un poco", explicó en diálogo con Billiken y agregó que, posteriormente, estas secuencias de imágenes se analizan con un software que indica de forma gráfica la cantidad de fotogramas de buena calidad. Estos programas reducen el ruido digital producido por los sensores, obteniendo una fotografía base para comenzar a procesar.
¿Es posible anticipar estos fenómenos?
Schaberger explicó que este tipo de fenómenos es totalmente impredecible: "Me tomó por sorpresa y tuve que armar todo el equipo que utilizo para obtener estas imágenes muy rápidamente. Además, el cielo se cubría periódicamente con nubes, y unos 20 minutos después de iniciar la captura, la prominencia había reducido su extensión a la mitad".
¿Quién es Eduardo Schaberger?
Desde su infancia, Schaberger se sintió fascinado por el universo y sus misterios. Creció contemplando el cielo nocturno, "imaginando las maravillas que se esconden entre las estrellas". Aunque en aquel entonces no contaba con los recursos para adquirir un telescopio, sus días transcurrían entre la lectura de libros y revistas que, según contó, lo transportaban a esos mundos distantes a través de imágenes.
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"Hoy, tengo el privilegio de capturar con mis propios equipos la grandeza y la belleza de nuestro sistema solar, enfocándome especialmente en nuestra estrella, el Sol. Cada sesión de fotografía es un encuentro con lo sublime, donde las gigantescas manchas solares, los filamentos que danzan en su superficie y las prominencias que se elevan a miles de kilómetros, revelan la magnificencia y el poder del Sol", dijo Eduardo Schaberger.
En el año 2007, durante la visita del cometa McNaught, apuntó su cámara al cielo para registrar el fenómeno. En ese momento, pudo combinar su amor por la astronomía con su profesión de fotógrafo. De a poco, fue aprendiendo de forma autodidacta las técnicas más específicas que requiere la astrofotografía.
En 2017 comenzó a interesarse de forma más intensa por la fotografía solar, una rama de la astrofotografía muy compleja y que requiere mucho cuidado en el manejo de los equipos, dado que observar y fotografiar el sol puede ser peligroso.
"Si uno levanta la vista para ver el sol, como la luz es muy intensa, te hace mal. Cuando se apunta un telescopio al Sol, esa luz se ve mucho más amplificada. Sin la protección adecuada, se te puede quemar la retina y te quedás ciego automáticamente. En el punto donde hace foco un telescopio, se pueden levantar alrededor de 600 grados de temperatura. Si no usás un filtro adecuado, y pasás la mano por detrás del telescopio, podés sentir ese calor, por la cantidad de energía que se concentra en un solo lugar", explicó el experto.
