No todas las casas son como las que dibujábamos. A lo largo de la historia han tenido, y todavía tienen hoy, montones de formas distintas. Las primeras se construyeron cuando el ser humano decidió instalarse en un lugar fijo para poder cultivar la tierra.
Hay casas de varios pisos, con muchas ventanas y habitaciones, algunas incluso con jardín y pileta.
Hay casas pequeñitas, hechas con materiales que pueden encontrarse en la calle y que no hace falta comprar.
Hay departamentos en edificios altísimos, donde muchas familias viven una arriba de otra, como en un hormiguero.
Hay cabañas en el medio del bosque, construidas con madera, sin electricidad, ni agua, ni calefacción, pero con una chimenea enorme y un lago a pocos metros de distancia.
Hay casas hechas de hielo, que se llaman iglú, y ayudan a los esquimales que viven en ellas, cerca del Polo Norte, a no pasar tanto frío en ése que es uno de los lugares más fríos de la Tierra.
Hay estancias, que son casas muy grandes con muchísimo lugar, en donde trabajan varias personas en las tareas del campo.
En algunas zonas de África, Asia o América hay casas que se siguen construyendo como hace miles de años. Se fabrican con materiales naturales: madera, barro, hojas de palmera, palos, telas o cueros.
Los antiguos incas construían sus casas con piedra y llegaron a armar importantes ciudades de esta manera.
Lo importante de una casa es que proteja a sus habitantes del frío intenso, el sol fuerte, las lluvias y todas las inclemencias del tiempo.
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