Quién o qué es el lobizón, uno de los más famosos mitos argentinos - Billiken
 

Quién o qué es el lobizón, uno de los más famosos mitos argentinos

Cuenta la leyenda que el lobizón es un ser parecido a un perro fornido, con orejas grandes, muy peludo, con patas y pezuñas y ojos que parecen echar fuego. En esta nota, Billiken te cuenta la historia de este mito argentino.
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Los mitos y las leyendas nacen del relato espontáneo de alguien a quien le sucedió algo extraordinario alguna vez. O son un eco lejano de las antiguas narraciones de los pueblos originarios, que se van transmitiendo oralmente de generación en generación. Otras veces son adaptaciones de fábulas de otras partes del mundo. Aunque la ciencia desmiente este tipo de historias una y otra vez y se esfuerza por encontrarles una explicación racional, los mitos y las leyendas se siguen transmitiendo a través de los años. En esta oportunidad, Billiken te va a hablar sobre el mito del lobizón.

¿Quién o qué es el lobizón?

Es uno de los siete monstruos de la mitología guaraní, el séptimo hijo de Taú y Keraná. Se trata de una criatura mitad hombre y mitad bestia, cuya figura guarda similitudes con la leyenda europea del hombre lobo. Es un mito muy popular en Argentina, Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil. En estos países existe la creencia de que el séptimo hijo varón de una familia, al llegar a la adolescencia, se transforma en lobizón.

Características del lobizón

Cuenta la leyenda que el lobizón es un ser muy semejante a un perro fornido, con orejas muy grandes, muy peludo, con patas y pezuñas y ojos que parecen echar fuego. Suele atacar a las personas cuando considera que han invadido su territorio. Dice la maldición que si alguien es mordido por un lobizón o siquiera alcanzado por una gota de su sangre o su saliva, irremediablemente se convertirá también en lobizón. Si se tiene un crucifijo y se repite una oración una y otra vez en un bosque a medianoche, el lobizón se alejará.

ilustración: Catriel Tallarico

¿Qué hace el lobizón?

El lobizón hace imposible la vida del más allá y juega con el destino de las almas. Se dice que los martes y los viernes, al comenzar la noche, el lobizón pierde su forma humana para transformarse en un perro de aspecto horrible o en un lobo de dientes muy afilados que ronda por los cementerios para alimentarse con los cadáveres.

A la medianoche sale en busca de seres humanos para convertirlos en lobizones, y lo logra asustándolos y luego pasando por debajo de sus piernas. Se dice que el lobizón tiene un olor nauseabundo y que su aspecto congela la sangre en las venas y hace enloquecer a las personas. Su caminar termina al comenzar el nuevo día, cuando vuelve a tener su forma humana.

La leyenda también dice que si un lobizón es herido con un cuchillo, inmediatamente recobra su forma humana. Su aspecto es el de una persona sucia, cansada, esquiva, de mirada doliente y melena despeinada. Al verlo como humano, las personas no saben si tener compasión o sentir miedo ante la duda de que sea o no el lobizón. 

Ahijado del presidente

En Paraguay y en Argentina se acostumbra desde el siglo XIX que el Presidente de la Nación sea nombrado "padrino" del séptimo hijo varón de un matrimonio consolidado bajo las mismas costumbres. Este accionar se debe a que los supersticiosos, en el pasado, sacrificaban a su séptimo hijo a pedradas por el terror que les producía la posibilidad de que les hubiera nacido un lobizón. Si bien este padrinazgo se realizaba de modo informal hasta 1907, existen registros de que en ese año se hizo el primer bautismo oficial, con el presidente José Figueroa Alcorta como padrino. Ya el 12 de marzo de 1973, el presidente Juan Domingo Perón dio formato legal a esta costumbre a través del “Decreto 848”, conocido como “Ley de padrinazgo presidencial''. El decreto otorga becas totales para estudios primarios y secundarios al séptimo hijo varón de cualquier familia.

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