¿Sabías que el Puente Viejo de San Antonio de Areco fue el primer peaje de Argentina? - Billiken
 

¿Sabías que el Puente Viejo de San Antonio de Areco fue el primer peaje de Argentina?

En 1857 se construyó el puente de Martínez, que más tarde toma el nombre de Puente Viejo, tal como se lo conoce ahora. 
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En la ciudad actual de San Antonio de Areco se encuentra lo que puede considerarse el primer peaje de Argentina.

En 1857 se construyó el puente de Martínez, que más tarde toma el nombre de Puente Viejo, tal como se lo conoce ahora. Para cruzarlo, era necesario pagar un derecho de paso. Este puente se encontraba en el Camino Real que, antes de la independencia argentina, permitía viajar entre el Alto Perú y Buenos Aires.

El Juez de Paz que estaba a cargo de la Municipalidad en aquella época era Don José E. Martínez y fue quien estableció el tendido del puente que tenía por objetivo facilitar las comunicaciones entre ambas costas del Río Areco. La construcción se llevó adelante con fondos de acciones tomadas por los vecinos. Más tarde, varios accionistas donaron sus recaudaciones de inversión a la municipalidad, hasta que en 1858, se entregó la administración del puente al municipio.

San Antonio de Areco

El puente funcionaba durante el día y había una casilla en una de sus cabeceras con el guardián que era el cobrador del peaje. Al caer la noche, el acceso era cerrado con cadenas. En la margen izquierda del río, a trescientos metros campo adentro estaba la pulpería La Blanqueada, lugar de aprovisionamiento doméstico y ocio. Del lado opuesto, se encontraba la posta de Don Florencio Moyano, que podía aprontar unos doscientos caballos y en sus fondos funcionaba una tahona y una carnicería.

En 1999, el puente viejo fue declarado Monumento Nacional por la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Sitios Históricos del Ministerio de Cultura.

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La ciudad de San Antonio de Areco

San Antonio de Areco se encuentra a 113 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y se llega por la Ruta nacional 8. Sus calles se caracterizan por mantener el espíritu colonial y muchas de las construcciones mantienen su encanto de comienzos del siglo XIX. Las pulperías invitan a tomarse un trago y a comer empanadas, todo en una atmósfera donde el tiempo parece haberse detenido. Por fuera del casco histórico de la ciudad, se encuentran las estancias donde actualmente se puede ir para pasar un agradable día de campo.

El pueblo ha conservado a lo largo de los siglos su historia, patrimonio e identidad, convirtiéndose en uno de los lugares históricos más visitados de la provincia de Buenos Aires.

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