La belleza es una construcción social y, como tal, modifica sus estándares a través del tiempo. Durante los últimos años del Paleolítico -el periodo más largo de la historia- el estereotipo femenino era muy diferente al actual.

En ese entonces, para representar a las mujeres, surgieron las Venus Paleolíticas, estatuillas femeninas hechas de hueso, asta, marfil, piedra, terracota, madera o barro que replicaban cómo eran los cuerpos de la época. Las mismas se caracterizaban por no tener definido el rostro.

Algunos científicos asocian estas estatuas a los ideales de fertilidad femenina, pero otros piensan que estas estatuillas expresaba como virtudes "deseables" para las mujeres estar bien alimentadas, y tener cuerpos más grandes y nutridos, ya que de esta forma podían sobrellevar mejor las duras condiciones del paleolítico, período en el cual se produjo un cambio climático profundo, lo que trajo momentos de estrés nutricional extremo para los cazadores-recolectores de la época.

Las más antiguas encontradas tienen casi 40.000 años de antigüedad, y fueron bautizadas con ese nombre haciendo alusión a Venus, la diosa de la belleza, porque se considera que reconstruyen el ideal de su lugar de origen.

Aunque no fue comprobado, las teorías indican que estas estatuillas comenzaron a tallarse en el período Gravetiense por los Homo-Sapiens. Un poco más tarde, ya en la última etapa del paleolítico, se recrearon otras Venus con rasgos faciales mucho más definidos.