Santa Rosa de Lima nació el 20 de abril de 1586. Fue bautizada como Isabel Flores de Oliva y era hija de un soldado español y una mujer indígena. Tuvo doce hermanos y una infancia feliz. En la ceremonia de confirmación en la fe católica, el arzobispo le puso el nombre de Rosa. A Isabel no le gustaba ese nombre, pero terminó acostumbrándose a él y se convirtió en Rosa para todos los que la conocían. No deseaba casarse. Era muy bonita, pero como no quería que los hombres admiraran su belleza, se arreglaba de un modo que no resultara atractiva. Ella solamente quería ser reconocida por su fe.
Su familia no tenía mucho dinero y ella tenía que trabajar haciendo costura o labrando la tierra. En el campo conoció a otros indígenas que vivían mucho peor que ella. Notaba el maltrato, el abuso y el desprecio que sufrían, y eso hizo que se rebelara contra la sociedad en que vivía. “¿El cristianismo no predica el amor? ¿Cómo es posible que los españoles maltraten a los indígenas?”, se preguntaba Rosa, pero no hallaba respuesta. Por eso se dedicó a trabajar por las personas más desposeídas, para contribuir a que llevaran una vida más digna y predicar con el ejemplo. Ingresó en la orden de las monjas terciarias dominicas, pero nunca vivió en un convento. Siguió ayudando a su familia y construyó cerca de su casa un hospital para asistir a los enfermos. Trabajó hora tras hora por el bien del prójimo. Casi no dormía: utilizaba el tiempo para brindarse a los demás.
En 1615, corsarios holandeses bloquearon el puerto de Lima. Se preparaban para atacarla. Muchos vecinos huyeron al campo con sus familias y pertenencias. Rosa fue a la iglesia y llamó a la gente a orar por la salvación de la ciudad. En medio de esa situación, el jefe de la flota enemiga murió repentinamente. Todos pensaron que se trató de un milagro.
Muy enferma por la dura vida que llevaba, Rosa falleció a los 31 años el 24 de agosto de 1617. En 1671 se convirtió en la primera persona nacida en América que fue consagrada "santa" por la Iglesia Católica. En la Argentina, durante los últimos días de agosto se produce una fuerte tormenta que afecta especialmente el área del Río de la Plata. Este fenómeno meteorológico se llama popularmente “tormenta de Santa Rosa” y se relaciona con el milagro atribuido a la santa, que evitó el ataque de los holandeses a Lima.
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