Cuando pensamos en la Revolución de Mayo, solemos imaginar actos patrióticos, cabildos abiertos y personajes históricos como Belgrano, Moreno o Castelli. Pero detrás de esos hechos trascendentales también había una vida cotidiana que seguía su curso. Mientras en Buenos Aires se discutía la formación del primer gobierno patrio, miles de personas se levantaban temprano, trabajaban, se reunían con vecinos, cocinaban, criaban a sus hijos y salían a hacer compras en una ciudad muy distinta a la que conocemos hoy.
La ciudad en 1810 era pequeña, polvorienta, con calles sin empedrar y sin luz eléctrica. Pero estaba llena de costumbres, sabores, sonidos y formas de vida que vale la pena conocer. ¿Cómo se vivía en ese momento? A continuación, te contamos cómo era la rutina de quienes habitaron la capital del Virreinato del Río de la Plata durante los días previos a la Revolución.
¿Qué se comía en Buenos Aires en 1810?
La alimentación era simple y basada en los productos disponibles en la región. Se consumían muchas carnes —principalmente de vaca y cordero—, además de maíz, zapallo, batatas y legumbres. El pan era un alimento fundamental y se horneaba en casa o se compraba a vendedores ambulantes. También era común tomar mate y consumir dulces hechos con frutas locales, como el dulce de membrillo o de batata.
¿Cómo se vestía la gente?

La ropa dependía mucho del clima y del estatus social. Los hombres usaban camisas, pantalones largos, chalecos y capas. Las mujeres, por su parte, vestían faldas largas, blusas y mantillas. La mayoría de las prendas eran confeccionadas en casa o por costureras del barrio. Los colores eran sobrios, y los adornos, mínimos.

Quienes tenían más recursos podían importar telas desde Europa y seguir las últimas modas del continente. Por el otro lado, las clases populares, los mestizos e indígenas, usaban ropa sencilla confeccionada por ellos mismos, usando telas de algodón o bayeta. Las alpargatas era el calzado más popular en estos estratos social y algunos vestían ponchos de vicuña o guanaco.
¿Cómo se trasladaban?

Las calles de Buenos Aires eran de tierra y muy pocas estaban empedradas. Por eso, cuando llovía, el barro complicaba todo. La gente solía moverse a pie, en carretas o a caballo. También existían los carruajes, pero eran un lujo reservado a las familias más acomodadas. No había colectivos ni trenes, y los viajes a otras ciudades podían tardar varios días o incluso semanas.
¿Qué pasaba con la salud en la Buenos Aires colonial?
La medicina no era muy avanzada y los hospitales eran pocos. Las enfermedades se trataban con remedios caseros o con médicos que aplicaban métodos rudimentarios. Las epidemias eran frecuentes, y la higiene, limitada. Aun así, la comunidad solía apoyarse en curanderos, parteras y boticarios que ofrecían soluciones a los problemas de salud más comunes.
Para 1810 Buenos Aires era una ciudad sucia y descuidada, pues no se contaba con un sistema de recolección de residuos, sumado a las aguas estancadas y animales muertos que era bastante común encontrar en el camino. Esto producía una alta circulación de enfermedades entre los ciudadanos, en una ciudad equipada con apenas 2 hospitales y 8 médicos.
Algunas de las enfermedades más comunes de la época eran: fiebres catarrales, sífilis, tuberculosis, asma, tétano, rabia e hidropesía. Durante el período colonial, Buenos Aires sufrió tres epidemias históricas: la viruela en 1805, el sarampión en 1809 y la disentería entre 1810 y 1812.
¿Qué se hacía en el tiempo libre?

Aunque el entretenimiento no era como el actual, la gente encontraba maneras de divertirse. Se organizaban tertulias, donde se conversaba, se tocaba música y se bailaba. También eran comunes las visitas a la iglesia, los paseos por la plaza y los juegos al aire libre. Las festividades religiosas eran muy importantes y reunían a gran parte de la comunidad.
El teatro era muy habitual en ese entonces. Se interpretaban obras que hacían alusión a la Revolución y resultaban siendo muy aclamadas por el público. Debido a esto, el gobierno colonial clausuró “La casa de Comedias”, único teatro de Buenos Aires.
Los bailes y las sombras chinescas eran eventos muy concurridos y los juegos de dados y cartas predominaban en las clases populares. Las pulperías eran un lugar de encuentro fundamental en la vida cotidiana de estos estratos sociales.