El brócoli romanesco, también llamado col romanesca, no pasa desapercibido. Su aspecto hipnótico lo hace único: gracias a las espirales verdes que lo forman, parece una obra de arte implantada en la naturaleza.
Esta verdura, que se cultiva en Europa desde hace más de 300 años, pertenece a la familia de las crucíferas, la misma que incluye a la coliflor y al brócoli. Es común pensar que el romanesco es una combinación de ambos, pero más bien es un primo.
Se cree que su origen se remonta a la región italiana del Lacio, donde comenzó a cultivarse por primera vez. Desde allí, se expandió a otros países europeos y, con el tiempo, se convirtió en un ingrediente muy valorado en la gastronomía. Hoy, además de su atractivo visual, el brócoli romanesco se destaca por sus beneficios para la salud y su aporte a la alimentación equilibrada.
Características del brócoli romanesco: uno de los vegetales más "geométricos" de la naturaleza
Aunque comparte características con el brócoli y la coliflor, el romanesco tiene claramente su propia personalidad. Su forma cónica y la repetición de espirales siguen un patrón matemático conocido como fractal.
En cuanto a su sabor, es más suave y delicado que el del brócoli tradicional, lo que lo hace ideal para quienes buscan una alternativa menos intensa. Cuenta con nutrientes esenciales para mantener el sistema inmune fuerte y favorecer una buena digestión, además de:
- Altos niveles de vitamina C, que ayudan a fortalecer las defensas del organismo.
- Aportar fibra, lo que contribuye a la salud digestiva y genera mayor sensación de saciedad.
- Sus antioxidantes ayudan a proteger las células frente al envejecimiento.
- Es bajo en calorías.
