Los tepuyes son enormes mesetas de paredes verticales y cimas planas que se alzan de manera imponente en medio de la selva tropical. Se formaron a partir del escudo guayanés, una de las estructuras geológicas más antiguas del mundo, con rocas que superan los 2.000 millones de años.
Estas montañas se destacan no solo por su antigüedad, sino también por su aspecto: parecen gigantes de piedra aislados en el paisaje, como si hubieran sido recortados a mano. Su nombre proviene de la lengua pemón y significa “montaña” o “morada de los dioses”, un significado que refleja la profunda conexión espiritual que las comunidades indígenas mantienen con estos colosos naturales.
Un tepuy es, además, una verdadera cápsula del tiempo. Debido a su aislamiento, muchos de ellos conservan plantas y animales que no existen en ninguna otra parte del planeta. Su biodiversidad única los convierte en un tesoro natural para la ciencia y en un símbolo de la naturaleza sudamericana.
¿Dónde se encuentran los tepuyes en Sudamérica?

Los tepuyes abundan principalmente en Venezuela, donde se concentran más de un centenar de estas formaciones. También aparecen en zonas de Guyana, Brasil y Colombia, formando un corredor geológico tan imponente como diverso.
La región donde se distribuyen es conocida como el macizo guayanés, una zona que mezcla selvas, ríos, valles y paredes rocosas que se levantan abruptamente sobre el paisaje. Entre los tepuyes más reconocidos, aparece el Auyán-tepui, famoso por ser el hogar del Salto Ángel, la cascada más alta del mundo.
Características principales de un tepuy
Estas formaciones rocosas tienen rasgos únicos que las distinguen de cualquier otra montaña en el planeta. Entre sus características más llamativas, se encuentran:
- Antigüedad extrema: con rocas que datan del Precámbrico, son consideradas de las más antiguas del mundo.
- Cimas planas: producto de millones de años de erosión, sus mesetas superiores son llanas y muy extensas.
- Paredes casi verticales: tienen acantilados tan altos y abruptos que muchos tepuyes permanecieron aislados durante milenios.
Pero sus cualidades no terminan ahí. De acuerdo con el sitio especializado Ladera Sur, cada tepuy posee su propio microclima, lo que genera hábitats completamente distintos entre sí. Esto explica por qué los científicos suelen encontrar especies nuevas en sus cimas, incluso en expediciones recientes.
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Tepuy: los más famosos y sus historias más sorprendentes
Aunque existen más de cien, algunos tepuyes se han vuelto especialmente célebres por su tamaño, su biodiversidad o los fenómenos naturales que albergan. Entre los más destacados se encuentran:
Auyán-tepui (Venezuela)
Quizás el más conocido del mundo, ya que desde una de sus mesetas cae el Salto Ángel, la caída de agua más alta del planeta, con casi 1.000 metros de altura. Su tamaño es tan imponente que cubre alrededor de 700 km².
Roraima (Venezuela, Brasil y Guyana)
Uno de los tepuyes más fotografiados. Inspiró paisajes de novelas y películas debido a su aspecto “prehistórico”. Tiene una cima que supera los 2.700 metros de altura y es accesible mediante expediciones guiadas.
Kukenán (Venezuela)
Menos conocido, pero igual de majestuoso. Se ubica cerca de Roraima y también se distingue por sus paredes verticales y su vegetación endémica.
Estos gigantes de piedra no solo atraen a viajeros y científicos, sino también a montañistas, fotógrafos y amantes de los paisajes extremos, que ven en ellos una ventana al pasado geológico de la Tierra.
Tepuy: curiosidades que lo hacen aún más fascinante

Además de su importancia natural e histórica, los tepuyes guardan datos sorprendentes:
- Algunos poseen cuevas de cuarcita, un tipo de caverna muy rara en el mundo.
- Las cimas pueden tener climas completamente distintos a los de la selva que los rodea.
- El tepuy Roraima inspiró la novela El mundo perdido de Arthur Conan Doyle.
Los tepuyes siguen despertando asombro en quienes los visitan o estudian. Su antigüedad, su paisaje singular y su biodiversidad única los convierten en uno de los fenómenos geológicos más extraordinarios de Sudamérica. En ellos conviven historia, ciencia y naturaleza en su estado más puro, recordándonos la enorme riqueza del continente.
