En la etapa colonial, los cabildos funcionaban como gobiernos municipales. Eran instituciones creadas por la corona española para administrar las ciudades en América. El 22 de mayo de 1810 se accedió a la propuesta de una gran multitud que proponía un cabildo abierto para debatir la renuncia del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. La asamblea contó con 224 personas y el debate no fue para nada ameno: hubo muchos gritos e insultos. Por un lado, se encontraban los conservadores que se pronunciaban a favor de la continuidad del virrey Cisneros, y por el otro los revolucionarios que pedían su renuncia y demandaban un nuevo gobierno.
Según un registro en las actas del cabildo abierto, se gastaron 521 pesos. Algunos de los productos que se consumieron fueron: 16 botellas de vino, bizcochos ofrecidos como refrigerios, 2 pesos en chocolate, velas e hilo, 12 pesos en fletes y traslados para que haya asientos suficientes para todos y 73 pesos se pagó por un servicio de comida al lugar, tal vez el primer “delivery” de nuestro país. Además, se imprimieron invitaciones y carteles que se pegaron en las calles. Los hombres de clase alta que llegaban en carruaje pagaban 18 pesos por el cuidado de su transporte.
Finalmente, la votación resultó 155 votos a favor de la renuncia de Cisneros y 69 en contra.