En tiempos modernos, la velocidad con la que ocurre casi todo es tan rápida, incluso tan instantánea, que nos deja con la sensación de que no caben ya actividades lentas, asociadas más al proceso que al click. Quizás por eso es que cada vez nos cuesta más leer libros por placer.
Tal vez, por esta dificultad, intentamos que el momento de leer un libro sea perfecto. Si nos vamos a sentar a hacerlo, mejor hacerlo bien. El silencio debe ser total, la cantidad de luz tiene que ser precisa, y los minutos disponibles deben sobrar.
En honor a ello, te traemos algunas imágenes para amantes de los libros y, para amantes, sobre todo, de esa situación entre perfecta y etérea que amerita su lectura.
Libros con diseño: el caso de Fahrenheit 451
La novela distópica escrita por Ray Bradbury "Fahrenheit 451", publicada en 1953, se desarrolla en un futuro donde los libros están prohibidos y "bomberos" especiales se encargan de quemarlos. El protagonista, Guy Montag, es uno de estos bomberos en la historia.
Cuanto más críticos son los libros, cuanto más invitan a la reflexión, mayor es la urgencia con la que deben ser eliminados. El título justamente hace referencia a la temperatura a la cual el papel de los libros se enciende y prende fuego.
También te puede interesar: La historia de Billiken: una investigadora británica estudió sus más de 100 años de trayectoria y publicó un libro con sus hallazgos
Por ello, ya sea para un lector que quiera releer el libro o uno que esté conociendo sus líneas por primera vez, resulta emocionante hacerlo con esta versión en mano, que simula la apariencia de uno de aquellos libros quemados en la ficción.
Ni hormigón ni cemento: libros
El sueño del lector: tener una pared llena, repleta de cuentos. Y no sólo repleta: llena con precisión absoluta, sin ningún espacio que no haya sido avasallado con historias.
También te puede interesar: "Cien mil millones de poemas", el libro infinito de solo diez páginas
Un espacio perfecto
Todo lo que un fanático o fanática de los libros puede pedir. La comodidad de este espacio parece ser absoluta; el tono de la luz y hasta las ondas de la cortina te sumergen plácidamente en la lectura. La escalera para alcanzar los libros más altos es la frutilla del postre.