El monóxido de carbono (CO) es un gas altamente tóxico que no tiene color, olor ni sabor. Por eso se lo conoce como el “asesino invisible”. Su inhalación es extremadamente peligrosa, ya que impide que el oxígeno llegue correctamente al cuerpo y puede causar la muerte en pocas horas si no se detecta a tiempo.
¿Cómo se produce el monóxido de carbono?
Este gas se forma cuando ocurre una combustión incompleta, es decir, cuando un material que contiene carbono (como leña, gas, carbón o querosén) no se quema del todo por falta de oxígeno. Este tipo de combustión suele darse en ambientes cerrados o mal ventilados, especialmente durante el invierno, cuando las personas buscan mantener el calor sin abrir ventanas.
Entre las principales fuentes de monóxido de carbono están:
- Estufas o calefones a gas sin salida al exterior.
- Braseros o calentadores encendidos en espacios cerrados.
- Hornallas o cocinas utilizadas para calefaccionar el hogar.
Monóxido de carbono: por qué aumenta el riesgo en invierno
Durante los meses fríos, muchas personas sellan las ventanas para evitar que entre el aire, pero esto impide la ventilación adecuada. Cuando los artefactos de calefacción no funcionan correctamente o se utilizan de manera inadecuada, pueden generar monóxido de carbono sin que nadie lo note.

Una de las características más peligrosas de este gas es que no genera irritación ni da señales inmediatas. Los síntomas pueden parecerse a los de una gripe: mareos, dolor de cabeza, náuseas o confusión. Por eso, muchas veces se subestima el riesgo hasta que es demasiado tarde.
Combustión completa vs. combustión incompleta
Para entender cómo se produce este gas, es clave conocer la diferencia entre dos tipos de combustión:
- Combustión completa: ocurre cuando hay suficiente oxígeno. Produce dióxido de carbono (CO₂), que es menos dañino.
- Combustión incompleta: sucede cuando no hay suficiente oxígeno. Produce monóxido de carbono, que es tóxico.
- Prevención: ventilar todos los días, revisar artefactos a gas y evitar usar braseros en espacios cerrados.
El monóxido de carbono es un riesgo real, pero totalmente evitable. Ventilar los ambientes, revisar las estufas y prestar atención a los síntomas puede salvar vidas. En invierno, más que nunca, es fundamental estar atentos.

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