La música fue, históricamente, un terreno de varones. Y más aún el tango. Sin embargo, una joven mujer a comienzos del siglo XX supo hacerse su propio lugar, Francisca Paquita Bernardo, quien fue la primera bandoneonista argentina.
Como si esto fuera poco en un contexto donde no estaba bien visto que las mujeres toquen el bandoneón, logró reunir a muchísimas personas que se agolpaban para escucharla cada vez que se ella se presentaba. Se convirtió en una sensación y comenzaron a llamarla la "flor de Villa Crespo".
En medio de una carrera en auge, uno de los tangos que compuso fue cantado con el mismísimo Carlos Gardel. Se trataba de "La enmascarada", pieza musical a la que Francisco García Jiménez le puso letra. Su nombre original era "Cachito", y Paquita lo había compuesta en recuerdo a Horacio Domínguez, el hijo del dueño del bar en que ella tocaba. El cambio de nombre vino de la mano de la letra.
La primera estrofa de este tango dice: "Cuando quise, en la vida, confiado, sólo una vez, la mujer de mis sueños fue traidora después… Aquellas manos tan cálidas ocultaban el puñal que mató, cuando apenas germinó, mi fe sentimental".
Paquita Bernardo la flor del tango
Hija de inmigrantes españoles, nació en Buenos Aires el 1 de mayo de 1900, específicamente en una casa ubicada en Gorriti y Canning (Actual Scalabrini Ortiz). Desde pequeña se interesó por la música y a los 15 años comenzó a estudiar en el conservatorio de la profesora Catalina Torres. Allí conoció el bandoneón, gracias a un joven llamado José Servido, quien más tarde se convertiría en un conocido músico y autor del tango El bulín de la calle Ayacucho. El bandoneonista Augusto Berto fue su maestro y lo siguieron Pedro Maffia y Enrique García.
Cabe destacar que en esa época los instrumentos que podían tocar las mujeres eran en piano y la guitarra. Que una mujer tocara el bandoneón estaba mal considerado porque su ejecución implicaba el abrir y el cerrar las piernas, algo escandaloso para la sociedad de ese tiempo. Sin embargo, Paquita defendió su pasión por el instrumento y pudo convencer a su padre, con ayuda de sus hermanos y amigos, para que le permitieran estudiarlo.
Ya para la década de 1920, Paquita comenzó su actividad como música actuando en salones y cafés, principalmente de Villa Crespo. Era acompañada por sus hermanos Arturo o Enrique. Fue entonces cuando comenzaron a llamarla “la flor de Villa Crespo” o “La mujer del bandoneón”.
En 1921 la contrataron para actuar en el Bar Domínguez, un reducto tanguero por excelencia ubicado en Corrientes y Paraná. La acompañaba un sexteto denominado “Orquesta Paquita”, que estaba integrado por jóvenes entre los cuales se encontraba Osvaldo Pugliese. Así, se convirtió en la primera mujer en encabezar una orquesta. Mientras, el público se agolpaba a la entrada para verla y escucharla. Sus ojos oscuros y su cabello enrulado llamaban la atención, al igual que su actitud. Nunca usó pantalones, solía vestir una blusa o camisa blanca y pollera. Y eso, para aquella época, era revolucionario.
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Su carrera continuó cultivando éxitos. En los años siguientes actuó en distintos bares importantes, tocó en la inauguración de Radio Cultura y fue la única música mujer en la Gran Fiesta del Tango, organizada por la Sociedad de Compositores en el Teatro Coliseo.
Paquita no llegó a grabar ningún disco y lamentablemente falleció muy joven, en 1925, aparentemente por las consecuencias de un resfrío mal curado, que devino en una neumonía. La música de la “flor de Villa Crespo” se apagó muy pronto pero queda el recuerdo de esta mujer que, contra todos los prejuicios de la época, se animó a desafiar los parámetros sociales.