Uno de los edificios más emblemáticos de la Ciudad de Buenos Aires es el Palacio del Congreso de la Nación, que resalta en el barrio porteño de Balvanera, gracias a su gigantesca cúpula verde.
Y, aunque la construcción tiene 117 años de historia, no fue la primera sede del congreso. Este título le corresponde a un pequeño edificio que estaba frente a la Plaza de Mayo y a pocos metros de la Casa Rosada.
Curiosamente, la estructura principal de su sala de sesiones sobrevivió al paso del tiempo y se convirtió en un punto turístico muy especial.
¿Cuál es la historia de la primera sede del Congreso?
Conocido como el Antiguo Congreso Nacional, esta primera sede se ideó mediante un proyecto del arquitecto cordobés Jonas Larguía, que fue aprobado el 12 de marzo de 1863.
Según los registros históricos, la obra tuvo sus dificultades porque el edificio se planificó sobre un terreno irregular, con un frente a 45º, ubicado en la intersección de las calles Balcarce y Victoria. Esta última hoy se llama Hipólito Yrigoyen.
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De todas formas, el trabajo se completó en tiempo récord y el Congreso quedó listo poco antes del 12 de mayo de 1864, cuando el establecimiento inauguró su primera sesión.
¿Por qué se demolió la primera sede del Congreso?
Como consecuencia del crecimiento demográfico que experimentaron Buenos Aires y Argentina entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, la primera sede del Congreso quedó pequeña.
Es por eso que, ante la incomodidad de cada sesión, se proyectó la construcción de un nuevo recinto: el actual Palacio del Congreso de la Nación, edificado entre 1896 y 1946.
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Finalmente, el recinto tuvo su última sesión el 15 de diciembre de 1905 y permaneció en pie hasta 1942, cuando se inició una demolición parcial de la estructura para dar lugar al nuevo edificio del Banco Hipotecario Nacional, que en la actualidad es la sede central de la AFIP.
¿Cómo sobrevivió su sala de sesiones?
Por fortuna, durante esta nueva obra se tuvo en cuenta la importancia histórica de la primera sede del Congreso y es por eso que se decidió conservar la antigua sala de sesiones.
Acto seguido, se contrató al arquitecto Estanislao Pirovano para realizar un amplio trabajo de restauración, entre 1948 y 1949, que permitiera recuperar el aspecto original de la construcción.
Y, para garantizar el mantenimiento constante de este espacio, se lo declaró Monumento Histórico Nacional y, desde 1971, es la sede de la Academia Nacional de la Historia.