"La verdad de la milanesa": la frase que usamos cuando estamos por confesar y dejar muy en claro cómo son las cosas ―y cómo no―.
La protagonista del dicho es una comida muy cercana a los corazones de la población argentina, un alimento que da confort y que se muestra en infinitas variantes: la milanesa. Exploremos sus orígenes.
Un trasfondo a considerar
Según diversas fuentes, las primeras milanesas se prepararon a comienzos del siglo XIX en Austria, bajo el nombre de Wiener Schnitzel, o “chuleta de ternera” en español. La receta aparece en un libro de del año 1831.
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La cuestión no es tan simple igual. Ese mismo año el ejército austríaco marcha sobre Italia para calmar las rebeliones independentistas. La leyenda nos cuenta que un mariscal de campo oriundo de Viena, de nombre Josef Radetzky, llegó a Milán y se enamoró de la cotoletta alla milanese, una costilla empanada de ternera.
Allí aparece la versión italiana de la historia, según la cual Radetzky se llevó a su país de origen una receta que en realidad pertenecía a los italianos.
La verdad de la milanesa... ¿Medieval?
¡La polémica no terminó ahí! Giovanni Fancello, un integrante de la Asociación Italiana de Gastronomía Histórica, aseguró rotundamente en una nota con un medio inglés que la preparación de lo que hoy conocemos como milanesa viene de la cocina medieval.
Argumenta que un plato así aparece el menú de un almuerzo servido en el año 1134 para la fiesta de San Sátiro. El nombre de la comida en aquél entonces era "lombos cum panitio" ―lomos de carne empanada―.
La verdad de la milanesa: origen
No solo hay varias teorías sobre los orígenes de la milanesa en sí; también hay varias para explicar el surgimiento de la frase que la captura, "la verdad de la milanesa". Las teorías principales son dos.
La primera resulta quizá un poco obvia ahora que repasamos toda la historia de la comida: nadie sabe bien cuál es la verdadera razón de su origen, nadie sabe la verdad de la milanesa. Los argentinos, incluso, nos atrevemos a atribuírnosla como propia.
La segunda teoría sostiene que, cuando una persona come milanesas, no tiene muy claro realmente qué hay adentro. Eso le pasaba a mucha gente en a principios del siglo XX; incluso nos pasa a nosotros cuando cortamos una milanesa sin saber si es de carne, de pollo o de alguna otra cosa. No conocemos su verdad... La verdad de la milanesa.
