Hoy en día no pensamos en las tarjetas de crédito como una cuestión de igualdad de género. Sin embargo, esto cambia si pensamos en que hasta fines de los años 60 no se permitía a las mujeres del mundo -incluso argentinas- solicitar y poseer una tarjeta de crédito a su nombre.
Billiken investiga la historia del género femenino y el crédito, un relato que nos habla de cómo los avances legislativos y los cambios en la percepción de la sociedad dieron lugar a avances significativos en la igualdad de la mujer y permitieron un mayor acceso de las mujeres a la independencia financiera.
¿Por qué es importante tener una tarjeta de crédito?
La capacidad de establecer y acumular crédito es importante para cualquier persona, independientemente de su género o identidad.
Al establecer un historial crediticio y, posteriormente, una puntuación de crédito, una persona es capaz de demostrar a prestamistas que es responsable desde el punto de vista financiero y que puede realizar compras importantes para la vida. Es un paso previo importante a la hora de solicitar plata para casas, autos, hipotecas y tarjetas de crédito premium, por ejemplo.
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En este sentido, en Argentina es fundamental el Veraz, uno de los informes crediticios más conocidos del país. Suele ser solicitado por bancos y otras instituciones para evaluar el riesgo de otorgar créditos.
¿Las mujeres argentinas podían tener tarjetas de crédito?
En Argentina, las mujeres no siempre pudieron tener tarjetas de crédito a su nombre. Hubo un período en el que las leyes y costumbres limitaban la autonomía económica de esta parte de la población.
Hasta la década de 1960 y 1970, en muchos países -incluido Argentina- era común que las mujeres necesitaran la autorización de sus maridos o padres para realizar ciertas transacciones financieras importantes, como la apertura de cuentas bancarias o la obtención de tarjetas de crédito.
Esto se debía a las normativas y estructuras legales que subordinaban la capacidad legal de las mujeres al poder de decisión de los hombres.
Un cambio en la historia
En 1968 la reforma del Código Civil mediante la Ley 17.711 trajo un avance significativo en la igualdad de derechos para la población femenina.
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Este marco legal les permitió a las mujeres ejercer ciertos derechos al reconocer su plena capacidad civil. Esto implicaba manejar sus propios bienes y realizar transacciones financieras, lo que incluyó la posibilidad de obtener tarjetas de crédito a su nombre sin la intervención de un hombre.
Dato curioso: logramos este avance incluso antes que Estados Unidos, donde la población femenina tuvo que esperar hasta 1974 para usar tarjetas de crédito propias. Lo lograron gracias al Equal Credit Opportunity Act.