El proceso para elegir a un nuevo papa es una tradición de la Iglesia Católica que se pone en marcha cuando el sumo pontífice fallece o renuncia. El primer caso es el que se conoció hoy, 21 de abril: el fallecimiento del papa Francisco (de nombre Jorge Bergoglio). El segundo caso es el de su antecesor, Benedicto XVI (Joseph Ratzinger), que renunció en febrero de 2013 y se convirtió en el primero en casi 600 años en abdicar.
En el caso de fallecimiento, como el del papa Francisco, se abre un período conocido como sede vacante. En ese periodo, el Colegio Cardenalicio puede votar entre 15 y 20 días después a su sucesor. Este colegio está compuesto por cardenales nombrados por el papa, aunque el derecho a votar está limitado a los cardenales menores de 80 años.

¿Qué es el cónclave y qué cardenales pueden votar?
El proceso de elección del nuevo papa se conoce como cónclave. Se trata de una reunión secreta que tiene lugar en la Capilla Sixtina del Vaticano, cuyo nombre proviene del término latín cum clave, que significa "con llave". El nombre hay que tomarlo literal, ya que la reunión se realiza bajo llave.
El decano del Colegio Cardenalicio es quien convoca esta reunión de todos los cardenales con derecho a voto, quienes deben viajar a Roma para participar en persona. Durante el cónclave, los cardenales no pueden irse hasta que el proceso termine y no tienen permiso de hablar con gente que esté fuera de la reunión.
De hecho, se prohíbe cualquier dispositivo de grabación y se revisa la Capilla Sixtina para asegurar que no haya micrófonos ni cámaras. Para votar, se reparten boletas a cada cardenal, quienes escriben el nombre de su candidato debajo de las palabras "Eligo in Summen Pontificem".
Luego, uno a uno, por orden de antigüedad, se acercan a un altar y depositan sus papeletas en un cáliz. Algo curioso es que los cardenales no pueden votar por sí mismos.
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Para que haya un ganador, un cardenal debe recibir el voto de dos tercios del cónclave. Si esto no sucede en la primera votación, se repite una vez más ese mismo día, siempre por la tarde de aquel primer día.
En los días siguientes, se pueden llevar a cabo cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde. El cuarto día se dedica al descanso, la oración y el debate. Si al quinto aún no se elige un papa, la votación puede seguir durante siete rondas más, es decir, durante 28 días.
Si al final del mes aún no hay éxito en la votación, se vota solamente entre los dos candidatos más votados en la ronda anterior.

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