El pueblo está ubicado en un archipiélago, cerca de uno de los océanos más helados del planeta. Además, es conocido por tener un lugar de vital importancia para la humanidad.
Por más extraño e inverosímil que suene, hay una zona europea, aislada del continente, en la que está prohibido morirse: estamos hablando del pueblo Longyearbyen, en el archipiélago de Svalbard, que pertenece a Noruega y se encuentra muy próximo al Círculo Polar Ártico.
Allí, sus habitantes tienen prohibido por ley su deceso. Detrás de semejante norma, sin embargo, hay un motivo principal vinculado a la geografía del archipiélago y a las enfermedades que llegaron de la Europa continental.
En el archipiélago de Svalbard solo hay tres islas habitadas: la isla del Oso, Hopen y Spitsbergen, la mayor de las tres. En ella está el pueblo de mayor cantidad de habitantes, Longyearbyen, en el que reside el gobernador.
La ley que prohíbe los decesos en Longyearbyen fue establecida en la década de 1950, cuando los habitantes advirtieron dos cuestiones:
Así, debido a la geografía y el clima extremo del archipiélago, es imposible enterrar a los fallecidos y, además, es muy perjudicial para el resto de la población. Por eso también los habitantes, que no son más de 2.500, llevan una vida sana y, de enfermarse gravemente, son trasladados a la Noruega continental.
Como sucede en todas las zonas cercanas a los polos de la Tierra, el Sol solo está presente durante la mitad del calendario anual.
Y Longyearbyen no escapa a eso: desde mitades de abril hasta mediados de agosto, el pueblo con más habitantes del archipiélago Svalbard ve la luz del sol las 24 horas del día. En esa época del año, las temperaturas pueden alcanzar los 16°C.
Por el contrario, se vuelve plenamente de noche desde mitades de octubre hasta mediados de febrero, con temperaturas que llegan a los -30°C. Y, si queremos dificultar las cosas, allí hay más osos polares que habitantes. Por lo tanto, el frío extremo no es el único peligro.
Longyearbyen es famoso por dos cosas: primero, por no permitir que sus habitantes mueran en el territorio, y segundo, por tener el Banco Mundial de Semillas.
Se trata de un búnker ubicado a gran profundidad, cuya construcción fue únicamente costeada por el gobierno de Noruega. En él, se estima que a finales de 2020 había aproximadamente 1 millón de semillas distintas almacenadas.
El objetivo del Banco Mundial de Semillas, como es de imaginarse, es albergar la mayor cantidad de biodiversidad vegetal posible, para casos extremos en los que otros bancos de semillas pierdan sus almacenes ante:
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