Usualmente, las cavernas se relacionan con lugares inhóspitos y oscuros. Sin embargo, en nuestro país hay diversas cuevas que cautivan con su belleza, sus formas y sus colores. A continuación, tres de ellas que destacan.
1. Cuevas de Acsibi
Las Cuevas de Acsibi son parte de un accidente geográfico que se encuentra a 15 kilómetros de Seclantás, en Salta. Aunque están dentro de una propiedad privada, hay excursiones que permiten el ingreso del turismo.
Se caracterizan por tener colores rojos intensos y por ser un punto del país en el que cae una importante cantidad de rayos cuando llueve.
En este lugar se han encontrado pipas antiguas hechas con una cerámica muy fina, lo que ha hecho suponer a los investigadores que las comunidades de la zona, los sichas y malcachiscos, realizaban allí ceremonias y rituales.
La diversidad de rocas que hay en el lugar ha sido aprovechada por las sociedades prehispánicas para la producción de la alfarería y las puntas de flechas, que eran utilizadas en tareas domésticas y cotidianas.
2. Cuevas del Wayra
Se encuentran al oeste de Tilcara, en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy, y se consideran uno de los atractivos ocultos de la provincia. Sumamente estrechas, estas cuevas no se recomiendan para turistas claustrofóbicos.
La llamativa cavidad que posee forma de sonrisa marca el ingreso a estas cuevas, lugar donde los originarios almacenaban carnes y granos.
Si bien se las denomina Cuevas de Wayra, se trata de dos cuevas diferentes: Wayra y Aguirre. Esta última se calcula tiene una profundidad de 40 metros, mientras la de Wayra se interna unos 50 metros.
3. Caverna Puente del Diablo
La Caverna Puente del Diablo es un accidente geográfico ubicado en la localidad de La Poma, cabecera del departamento homónimo de la provincia de Salta (Argentina).
Esta caverna se encuentra atravesada por el río Calchaquí en toda su extensión. Está ubicada a 3000 metros sobre el nivel del mar y tiene unos 110 metros de amplitud. Está enmarcada por paisajes de pre-puna, volcanes y desfiladeros interminables. En su interior el río incrementa su fuerza debido a la pronunciada pendiente y estrechez de la caverna.
Por leyendas y creencias de los lugareños, la Caverna Puente del Diablo se mantuvo inexplorada durante siglos enteros. La primera campaña de reconocimiento oficial se realizó en 1999 a cargo de Luis Carabelli, Rolando Vergara, Enrique Lipps y Sergio Silva, que pertenecían a diferentes grupos espeleológicos argentinos. El sitio fue utilizado por pueblos originarios como un puente natural para cruzar ganado desde épocas precolombinas.
