Está claro que las cosas no siempre fueron como las conocemos. Esto aplica hasta a los objetos y fue, efectivamente, el caso de los primeros espejos.
Las superficies reflectivas que hoy abundan en cualquier lugar, desde locales de ropa hasta baños, en un momento escaseaban. Eran reservados a los más pudientes y hasta se relacionaban con la magia.
El primer espejo del mundo
Los primeros espejos tenían ciertas características:
- Eran de metal pulido.
- Los usaban principalmente mujeres y sacerdotes.
- Eran portátiles.
- Tenían los mangos esculpidos en formas de animales, dioses y flores.
Como es de esperar, semejantes esculturas opulentas causaban furor. Sobre todo en Egipto unos 4.000 años atrás.
Al principio, los espejos se relacionaban con la magia y se les solía consultar por el futuro. Al final las prácticas de la bruja mala de Blancanieves no estaban tan alejadas de la realidad.
Los primeros espejos de cristal
A partir del siglo XIV, en Venecia, se empezaron a fabricar los espejos en cristal. Lo que sí: eran carísimos.
A causa de su precio, solo algunos pocos podían darse el lujo de tener un espejo. Bueno, había excepciones: Luis XIV de Francia tenía más de 500. No se espera otra cosa del rey que acarreó el gobierno monárquico más longevo de la historia.
Los primeros espejos baratos y democráticos
Hubo que esperar a fines del siglo XVII, momento en el cual los franceses hallaron la forma de fabricar cristal en grandes planchas.
Los espejos se abarataron muchísimo como resultado de este aumento de la productividad y baja en el coste de su materia prima. Como también sucedió con los paraguas, un producto que antes estaba reservado a una porción mínima de la sociedad se tornó accesible al totalidad de la población.