Juan Manuel de Rosas, el denominado “restaurador”, se exilió en la localidad de Southampton, en el sur de Inglaterra, a los 59 años.
Llegó en abril de 1852 a bordo del buque Conflict. Allí alquiló una vivienda y tiempo después una chacra a diez kilómetros de la ciudad. Alternaba sus días en ambos lugares hasta que en 1865 se instaló definitivamente en el campo.
Según indican algunas versiones, en tierras inglesas, Rosas recorría las calles montado a caballo, hablaba el inglés de corrido pero mal y había inculcado a los habitantes del pueblo la costumbre de tomar mate. También dicen que el restaurador tenía problemas económicos porque sus bienes habían sido confiscados en buenos Aires. Así
que se alimentaba con lo producido en la chacra. Atrás quedaban los uniformes militares, usaba ropa muy sencilla.
Rosas pasaba sus días trabajando en el campo con la ayuda de algún peón de turno. Pero su salud se iba deteriorando por la gota que padecía. Mientras, su hija Manuelita vivía en Londres junto con su esposo y sus dos hijos, y visitaba a su padre cada tanto.
Un día de marzo de 1877, Rosas empezó a toser y a volar de fiebre. Eran los síntomas de una neumonía que finalmente le cobraría la vida. Murió a los 83 años y fue enterrado en un cementerio local. Desde entonces, hubo varios intentos y proyectos de repatriar sus restos, hasta que en el comienzo del gobierno de Carlos Menem se concretó.