Mientras Charles Babbage, el “padre de la computación”, esperaba que alguien fabricara su calculadora mecánica —capaz de realizar funciones numéricas por el método de la diferencia—, a Herman Hollerith se le ocurrió otra idea: desarrolló una máquina tabuladora electromagnética de tarjetas perforadas para ayudar en el resumen de la información y, más tarde, dar origen a la contabilidad.
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¿Quién fue Herman Hollerith?
Herman Hollerith fue un inventor estadounidense que nació en Nueva York en 1860 y falleció en Washington en 1929. Desarrolló una máquina tabuladora electromagnética de tarjetas perforadas para resumir información y, más tarde, desplegar la contabilidad. Su invento, cuya novedad consistía en el empleo de la electricidad, fue utilizado en el censo de Estados Unidos de 1890.
Además, Hollerith fundó la empresa de máquinas de tabulación que se fusionó, a través de la adquisición de acciones, en 1911 con otras tres compañías para formar una quinta parte de la organización “Computing Tabulating Recording Company”, más tarde llamada “International Business Machines” (IBM).
Herman Hollerith es considerado como una de las grandes figuras del procesamiento de datos. Su invención de la máquina de tarjetas perforadas de tabulación marcó el comienzo de la era de la información automática, por eso se lo consideró como el primero en lograr el tratamiento automático de la información (de hecho, “informática” es la síntesis de las palabras “información” y “automática”). También se lo considera como uno de los creadores de la primera computadora en el mundo.
La máquina tabuladora de Herman Hollerith
Hollerith patentó su máquina en 1889. Un año después incluyó la operación de sumar con la finalidad de utilizarla en la contabilidad de los Ferrocarriles Centrales de Nueva York. También aplicó su mecanismo a las estadísticas de sanidad de algunas ciudades de América del Norte. Mientras tanto, continuaba perfeccionando el diseño y funcionamiento de su invento.
El informático empezó codificando los datos del censo de Estados Unidos de 1890 en una cinta de papel dividida en espacios, y cada uno de ellos significaba algún ítem: sexo, rango etario, raza, etcétera. Según cada persona, se agujereaba uno de los espacios concretos. Los papeles, una vez hechos los agujeros, eran leídos por un dispositivo. De esta forma, fue posible realizar el recuento de una forma más rápida.
