La primera imprenta que funcionó en Argentina estuvo en Córdoba, específicamente en el Colegio Monserrat, desde 1764, cuando los jesuitas la trajeron.
El colegio se fundó el 1 de agosto de 1687 con el nombre de Real Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat y su creación estuvo en manos de la Compañía de Jesús, quienes recibieron la donación de todos los bienes de Ignacio Duarte y Quirós, sacerdote de origen cordobés.
El objetivo de llevar una imprenta a la institución educativa estuvo ligado a la posibilidad de publicar los trabajos académicos y tesis de los estudiantes. Con esa idea, en la 24ª Congregación Provincial jesuítica del 11 noviembre de 1750, se tomó la iniciativa de solicitar el permiso correspondiente para que la Universidad de Córdoba tuviese su imprenta.
Entonces, fueron elegidos dos representantes, los sacerdotes Pedro de Arroyo y Carlos Gervasoni, para viajar a Europa y realizar los tramites necesarios. Allá les entregaron un documento con una serie de instrucciones para ser tratadas con el Rey de España. Entre ellas, la solicitud de una Real Cédula para que el Colegio Máximo y la Universidad de Córdoba pudieran contar con su imprenta propia.
Sin embargo, esta misión no llegó a buen resultado porque Arroyo falleció en Madrid el 10 de abril de 1753, y Gervasoni fue expulsado de España y obligado a radicarse en Italia debido a sus acciones en defensa de los intereses indígenas en una cuestión de Tratado de Límites en el Paraguay. Se hizo cargo entonces de las gestiones el padre Luis Camaño, procurador de la provincia jesuítica de Chile, quien en 1756 llegó a Madrid.
La imprenta llegó a Córdoba en 1764, traída por una expedición de misioneros jesuitas desde Europa. Pasó primero por Montevideo y luego por Buenos Aires. A los tres meses de la llegada de la imprenta a Córdoba, el padre Manuel Querini, por entonces rector de la Universidad, se la vendió al rector del Colegio Montserrat, Ladislao Orosz.
Pero en 1767 los jesuitas fueron expulsados de todas las posesiones españolas por disposición del rey Carlos III, quedando así removida dicha orden religiosa de la dirección de la Universidad y del Colegio Montserrat. Su lugar fue ocupado por los franciscanos, quienes no utilizaron la imprenta. Así, fue abandonada en el sótano del Colegio Monserrat y posteriormente inició otro camino que la llevaría por otras provincias.
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