Si pensamos en el arte plástico contemporáneo, Marta Minujín es, sin dudas, de los primeros nombres que vienen a la mente. Nacida en el barrio porteño de San Telmo el 30 de enero de 1943, Minujín se consagró hace ya varios años como la diosa del arte pop.
"Yo vivo con el arte desde los diez años. Si no trabajo o no invento o no hago nada, no existo. Soy una artista en el aire, con el overol puesto, vuelo", declaró alguna vez, y es que Marta supo desde una edad muy temprana a qué iba a dedicarse.
Los primeros años de Marta Minujín
Luego de pasar por numerosas escuelas de arte, en 1961, a los 18 años realizó su primera exposición e incursionó brevemente en el informalismo, un movimiento artístico que nació en España, Italia y Francia tras la Segunda Guerra Mundial.
Ese mismo año ganó la beca "Fondo Nacional de las Artes" para ir a estudiar a Francia, y como aún era menor de edad para la época, falsificó su documento y se casó con el economista Juan Gómez Sabaini para poder viajar. Al año siguiente regresó a Argentina pero por poco tiempo ya que retornaría nuevamente a París gracias a otra beca.
Entre viajes a Nueva York y la capital francesa, Marta conoció a Alberto Greco quien la introdujo en el mundo del happening, una disciplina artística que se desarrolla en base a la improvisación. Para 1963 realizó su primera versión de dicha expresión artística llamada "La Destrucción", la cual consistía en una invitación a otros artistas a intervenir todas sus obras hasta la fecha. Luego, las destruyó a hachazos y las prendió fuego.
La Menesunda
“No estamos para justificar ni inclinarnos ante nada, pero sí para elegir, enloquecer, arriesgar ilimitadamente hasta encontrar la propia imagen”, explicaba la joven innovadora.
En 1965 realizó una de sus exposiciones más populares hasta la fecha, "La Menesunda", junto a Rubén Santantonín, en el Instituto Di Tella. La propuesta invitaba al visitante a atravesar dieciséis habitaciones con diversas ambientaciones y actores, y experimentar diferentes sensaciones.
En relación a esta obra, Minujín declaró: "El concepto de cosa, esa cosa que parece una escultura pero representa una idea, un arte de las ideas...entonces empiezo con La Menesunda, con los laberintos, las ambientaciones y los happenings y el arte de participación masiva. En La Menesunda estaba todo, la cosa, el objeto, el video, la participación. Fue la obra magistral de los 60. Y la gente que no tenía idea de arte se metió dentro y vivió el arte".
Durante las décadas de los 70s y 80s sus creaciones se abocaron a la caída de los mitos universales y nacionales. Si bien en un principio recurrió a las formas de expresión más tradicionales como los dibujos y las esculturas de yeso y bronce, aquí volvió a sacar a relucir su vanguardismo organizando proyectos más ambiciosos.
En 1979, bajo el lema "Arte para descolocarte", montó un obelisco de 30 metros de altura recubierto por 30.000 panes dulces que los transeúntes que pasaban por la avenida 9 de Julio podía llevarse.
En 1983, "El Partenón de Libros Prohibidos" fue su "monumento a la democracia" y nuevamente intervino las calles de la Capital Federal: recreó el Partenón griego y lo cubrió con 20.000 libros que estuvieron prohibidos durante la dictadura militar.
Su relación con Andy Warhol
Marta conoció a Warhol en los 60s, en Nueva York. Tras varios años de amistad, en 1985 lo invitó a colaborar en una sesión fotográfica la cual consistía en recrear el pago de deuda externa con choclos, en sus palabras: "el oro latinoamericano".
“Llevé todos los choclos, hice una montaña, pusimos dos sillas y nos sacamos diez fotos. Yo agarraba el choclo, él subía, yo se lo ofrecía y él lo aceptaba. Así la deuda externa quedaba paga. Pensando que yo era la reina del pop por estos lados y él, el rey del pop por allá, tenía sentido que saldáramos la deuda. Después regalamos los choclos firmados a la gente. Esa fue la última vez que lo vi. Murió dos años después”.
Sus obras atraviesan las décadas y están exhibidas en museos de todo el mundo: Museo Guggenheim, en Nueva York, Olympic Park en Seúl, Art Museum of the Americas en Washington D.C, Centre Pompidou en Francia, Tate de Liverpool en Inglaterra, y en Buenos Aires en el Museo Nacional de Bellas Artes y en el Museo Lationamericano de Buenos Aires.
En los últimos años, sus obras siguieron impregnadas de la coyuntura mundial. En 2020, durante el aislamiento por el Covid-19, Minujín creo "Pandemia", una obra plástica a la que le dedicó 5 horas diarias durante 11 meses. Allí, la artista recortó pequeñas tiras pintadas de gris y las pegó sobre un gran lienzo de 260cmx210cm.
Una de sus últimas grandes creaciones fue en 2021, cuando realizó una réplica del reloj Big Ben en Londres. La obra estaba construía con 20 mil libros políticos y medía 42 metros.
En una ocasión le preguntaron por qué se dedicaba a hacer estás grandes construcciones que tiene como característica en común lo efímeras que son. Marta Minujín respondió que su objetivo final no es la permanencia en el tiempo, sino más bien la leyenda de su creación.
"El Partenón de libros prohibidos queda en la leyenda. En el mundo de la información, no necesariamente hay que ir a Grecia para verlo. El de Buenos Aire existe y más si se consolida la leyenda. Hubo muchos Gardel, pero ninguno de fuego. Hubo muchos obeliscos, pero de pan dulce solo uno”.