En el centro de Portugal, muy cerca de sus playas que se formaron frente al Océano Atlántico, se encuentra el Monasterio de Alcobaça. Y, si bien este templo tiene 845 años de antigüedad, la mayor curiosidad es que en su interior se encuentra la puerta más angosta del mundo.
Quienes desconocen su historia imaginan, rápidamente, que es una puerta de un armario o que es extremadamente estrecha como consecuencia de un error de diseño.
Pero, gracias a intensas investigaciones, se comprobó que el único fin de su construcción fue intentar que los antiguos monjes del establecimiento pudieran adelgazar.
¿Por qué la puerta más angosta del mundo servía para adelgazar?
Según han podido comprobar los historiadores, hace aproximadamente 300 años un grupo de monjes que vivían en el Monasterio de Alcobaça, comenzaron a aumentar de peso.
Y, como la gula es uno de los Siete Pecados Capitales, el abad del templo solicitó construir una estrecha puerta de dos metros de alto por tan solo 32 centímetros de ancho, que se convertiría en el único acceso a la cocina.
Entonces, como los monjes tenían prohibido comer en otro lugar del templo que no sea la cocina, iban a tener que mantener una figura delgada para poder atravesar el pequeño acceso.
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¿Es cierto que el Monasterio de Alcobaça tenía una de las mejores cocinas del mundo?
El hecho de que los monjes del Monasterio de Alcobaça tenían sobrepeso, no es una casualidad. Sucede que este templo era conocido en el mundo por tener una de las mejores cocinas.
Según los planos antiguos, la institución, que se había fundado en 1178, tenía una cocina gigantesca, donde los monjes agricultores preparaban platos exquisitos a partir de lo que habían cultivado.
Y, como si esto no bastara, también habían construido un canal especial, mediante el cual desviaron el curso del río local para poder pescar la cantidad de peces que necesitaban, sin salir de la cocina.
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¿Cuándo se prohibió la insólita tradición de atravesar la puerta más angosta del mundo para comer?
Aunque la puerta más angosta del mundo sigue emplazada en el mismo sitio que se colocó hace tres siglos, hace muchos años que la normativa de “adelgazar para comer” quedó prohibida.
Es decir, a partir del siglo XIX, Portugal anuló todas las órdenes religiosas de estas características. Entonces, el pequeño acceso de madera quedó como un recuerdo del establecimiento, que con el correr del tiempo adoptó una faceta turística.
